P. Burke: "Creo en la historia total, pero como un ideal que no podemos poner completamente en práctica"


A continuación, publico una entrevista concedida por Peter Burke a El Mercurio. En la entrevista, el modernista británico, da un repaso a su carrera, influencias, trabajo y metodología pasando por conceptos como el de "historia total"

Ya en su primer libro defiende las bondades aclaradoras de la comparación y el contraste. Al parecer, su punto de vista no ha cambiado desde entonces...

Ahora pienso que mi "The Renaissance Sense of the Past" formuló un contraste demasiado marcado entre la Edad Media y el Renacimiento, pero todavía estoy convencido de la importancia de un acercamiento comparativo, el que implica buscar tanto las semejanzas como las diferencias (dentro y fuera de Europa), incluyendo las semejanzas que sustentan las diferencias y las diferencias que sustentan las semejanzas.

Su nombre está estrechamente asociado con la historia social y la cultural (como distinta de la intelectual). ¿Esta diferenciación es asunto de etiquetas o refleja una diferencia teórica o práctica significativa?

Solía enseñar historia intelectual y considerarla vecina de la historia cultural, concentrada en los textos y las ideas de los intelectuales, mientras que la historia cultural es más amplia, interesada en las ideas de todo el mundo así como en artefactos y prácticas. Como el concepto de «cultura» se ha ampliado a lo largo de la última generación, se ha hecho más difícil distinguir la historia cultural de la social -en inglés se habla a menudo de historia «sociocultural» (quizá debería ser «culturo-social» porque la cultura ha llegado a ser el socio mayoritario, pero «sociocultural» suena mejor)-. Creo que las aproximaciones intelectual, cultural y social son compatibles y todas ellas, valiosas. Recientemente escribí un ensayo breve para la revista Prismas sobre la «historia cultural de las ideas», la posibilidad de unir la historia intelectual a la cultural.

La mayor parte de sus libros se abocan al Renacimiento y la Europa moderna temprana. Hay docenas de definiciones de ambos períodos. ¿Cómo los define, diferencia o caracteriza?

Prefiero usar el término «Renacimiento» para referirme a un movimiento, incluso si no fue un movimiento organizado: los grupos de personas, originalmente grupos pequeños, unidos en el proyecto común de revivir la antigüedad clásica -un proyecto imposible pero con derivados valiosos-. Cuando más personas comenzaron a incorporarse, el movimiento llegó a ser institucionalizado en universidades, academias de arte y otras partes, y se infiltró al nivel de los artesanos urbanos aunque no al de los campesinos. Pero siguió siendo un movimiento de minorías, por tanto es algo distinto de cualquier período. El término «modernidad temprana» -aparentemente una contradicción- se refiere a un período, y también a todos los que vivían entonces, más o menos entre los años 1500 y 1700 (en tanto que el Renacimiento se extiende desde 1400 o antes en Italia hasta comienzos del siglo XVII).

Su obra ha sido decididamente interdisciplinaria, vinculando diversas disciplinas. ¿Cree que es posible un trabajo de síntesis, una "historia total"?

Creo, como Braudel, en la «historia total», pero como un ideal que no podemos poner completamente en práctica. Una ilusión, si se quiere, pero una útil, algo así como «toda la verdad» -podemos avanzar hacia ambas y no podemos alcanzar ninguna-. Pero sí es posible escribir trabajos de síntesis más limitados y en mis libros, a diferencia de los artículos dirigidos a un público más profesional, es eso lo que, por lo general, trato de hacer.

Entre sus mentores en la universidad estuvieron Hugh Trevor-Roper y Keith Thomas. ¿Quiénes fueron (y son) las personas más influyentes en su vida intelectual, como profesores o interlocutores? ¿Y hasta qué punto lo ha influido la escuela de los Annales?
He sido lo suficientemente afortunado como para conocer en persona a algunos eruditos bastante notables. Además de Thomas y Trevor-Roper, quienes fueron formalmente mis profesores, y el historiador del arte Edgar Wind, a cuyas conferencias y seminarios asistí, y mis héroes como estudiante, Lawrence Stone y Christopher Hill, yo mantuve un diálogo de 20 años con Arnaldo Momigliano, con quien me encontré frecuentemente. Otros interlocutores incluyen, por cierto, a Raphael Samuel, el fundador del movimiento History Workshop, quien fue como el hermano mayor que no tuve; Carlo Ginzburg, Roger Chartier y Natalie Davis, con los cuales también he conversado con frecuencia así como leído lo que escriben. A otros historiadores de los Annales a menudo los conocí personalmente, pero no bien (Braudel en los años 70, y ahora Le Goff, Roche, Revel), pero el grupo como un todo ha tenido una fuerte influencia sobre mí a partir aproximadamente de 1960 en adelante. También he tenido interlocutores en otras disciplinas. En la Universidad de Sussex muchos de mis amigos eran especialistas en literatura, otro fue el sociólogo Zevedei Barbu. En Cambridge trabé amistad con dos profesores sucesivos de antropología, Jack Goody y Ernest Gellner.

No siempre los autores son los mejores guías para entender su propio trabajo. ¿Pero, en su opinión, cuáles son los hitos de su trayectoria?

Estoy de acuerdo con usted en que puedo no ser la mejor persona para contestar su pregunta. Pero un giro mayor fue pasar de un libro sobre un gran tema, el Renacimiento, usando fuentes impresas, a un estudio sobre 600 personas en Venecia y Amsterdam, basado en archivos. Otro fue el giro hacia la cultura popular. Luego, la antropología histórica, usando archivos otra vez. Entonces, Luis XIV, concentrado en la política y la cultura. Cada uno de estos estudios fue en cierto sentido una respuesta a algo que faltaba en los estudios anteriores.

En la última edición de "El Renacimiento Italiano" decía usted que seguía siendo el mismo autor. Veinte años después, ¿cuáles son los cambios fundamentales en su perspectiva? ¿Y podría resumir el estado de los estudios del Renacimiento y sus desarrollos recientes?

Todavía creo en la historia social de cultura, que es lo que traté de llevar a la práctica en mi libro sobre el Renacimiento (originalmente titulado "Cultura y sociedad en la Italia del Renacimiento", en homenaje a Raymond Williams). Incluso en la versión original de 1972, el libro tenía algo que decir sobre la cultura popular y algo hizo por situar al Renacimiento globalmente al hacer comparaciones con los Países Bajos y el Japón. Pero si lo estuviera escribiendo hoy, pondría aún más énfasis en la interacción entre la cultura docta y la popular y entre Italia y otros países, tales como el Imperio otomano. Los estudios de Renacimiento han estado moviéndose en ambas direcciones. Gracias a la profusión de estudios recientes, diría más acerca del género -aunque discutí sobre el lugar de las mujeres en el movimiento en la edición 1972-. Por cierto, los estudios sobre el Renacimiento son llevados a cabo en los departamentos de literatura tanto como en los de historia e historia del arte, y las aproximaciones literarias, en especial las recientes, nutridas de teoría cultural, son características. Comparto algunos de sus intereses (encontrando bueno, por ejemplo, pensar con Bakhtin y Bourdieu), y me gustan algunos de sus estudios (incluyendo los de mi antiguo alumno Peter Stallybrass) pero no estoy contento con todo lo que hacen.

Su último libro pretende ser un avance hacia "una ecología de la lengua". ¿Hay allí una lucha darwiniana: una lengua triunfando sobre las otras?

En libros previos que abordaban el conflicto cultural no pensé en Darwin ni dije mucho sobre la competencia, pero en el libro sobre la lengua la idea pareció imponerse por sí misma. Considerando el presente, cuando la lucha entre lenguas es una lucha por la supervivencia, y hay idiomas que están llegando a extinguirse, el lenguaje darwiniano parece apropiado. Pero en el período moderno temprano la lucha usualmente no era por la supervivencia, sino por la hegemonía. En ambos casos, sin embargo, tenemos que resolver qué significa en el dominio lingüístico "la supervivencia del más apto". No podemos simplemente tomar prestado un término de la biología sin pensar en la manera en que necesita ser adaptado.

¿Prefiere escribir libros pequeños sobre grandes temas?

Disfruto trabajar en grandes asuntos y disfruto escribir libros cortos, dos preferencias separadas que a menudo se juntan. Estéticamente soy algo minimalista. Pero un detalle del escribir un libro corto antes que uno extenso es dejar claro desde un principio que uno no está intentando ser definitivo, porque en historia eso nunca es posible. Me atrae mucho el ensayo como género literario -el estilo informal y subjetivo, la carencia de pretensiones de totalidad-. Disfruto dar conferencias y el desafío de hacer inteligible un asunto complejo a oyentes, por lo general estudiantes, en el curso de una hora. Varios de mis libros fueron originalmente conferencias (conferencias separadas en el caso de Historical Anthropology..., un conjunto de conferencias en el caso de Historia social del conocimiento).

Sus últimos trabajos han sido sobre la traducción. Como su padre fue traductor, ¿está eso en la raíz de su interés? Además, ha señalado que se puede distinguir un "régimen" moderno de traducción de los de la Edad Media y después de 1800. ¿Podría decir algo al respecto?

Mi padre tradujo del francés y el alemán para la British-American Tobacco Company. Pero aprendió otros idiomas por placer, y estaba feliz de haber sido presentado en una fiesta como "el hombre que ha olvidado veinte idiomas". Yo lo sigo en eso y he comenzado a aprender más lenguas de las que puedo recordar, aunque sólo lea cerca de 12 con razonable soltura y pueda descifrar algunas otras de ser necesario. Alguna vez traduje un texto (de Paolo Sarpi) de la Italia del siglo XVII. Al haberme casado con una brasileña, y hablar una mezcla de idiomas en casa, el problema de la traducibilidad y de la traducción cultural se ha hecho mucho más cercano para mí en los últimos 20 años. De ahí el trabajo sobre traducir. Como en el caso de otros temas en historia cultural (la historia de consumo, las emociones, la historicidad, etc.), el término "régimen" (en el sentido de un conjunto o sistema de convenciones) es útil, con una sucesión de regímenes cambiantes en Occidente entre alrededor de 1500 y 1800. Antes del 1500, la traducción literal era la dominante. A partir del 1800 han sido importantes las tentativas por "extranjerizar", en otras palabras, por transmitir las cualidades forasteras del texto. Entre medio, el régimen moderno temprano fue un régimen de domesticación de lo extranjero, y los traductores actuaron como si fueran coautores, con derecho a ampliar o abreviar textos sin advertir a los lectores, a transponer las ambientaciones de un lugar a otro e incluso ¡a expresar opiniones contrarias a las del autor original!. Desde luego, una exposición más larga introduciría salvedades a este modelo, distinguiendo las actitudes de los traductores de diferentes tipos de textos (mayor respeto para la Biblia, luego para los clásicos, menor respeto para obras recientes).

¿En qué trabaja ahora?

Hace tres años me retiré de mi cátedra en Cambridge, un puesto que me obligaba a enseñar historia europea 1500-1700. Celebré el fin de esa obligación cambiando de continentes y siglos y trabajo ahora sobre un historiador-sociólogo brasileño del siglo XX, Gilberto Freyre. Estoy escribiendo el estudio junto con mi esposa, en una colaboración entre alguien de fuera, un gringo, y alguien de dentro. En realidad, comenzamos a trabajar alrededor de 1995 cuando pasé un año sabático en São Paulo. Fui atraído hacia el trabajo de Freyre cuando lo descubrí en las notas a pie de página del libro de Braudel sobre el Mediterráneo y había leído Casa Grande antes de que invitaran al autor a mi universidad, Sussex en aquel tiempo, para recibir un grado honorífico. Le oí una conferencia allí, sobre las relaciones raciales y el mestiçagem. Es un giro interesante en lo que a las fuentes se refiere, la posibilidad de hacer historia oral y saber que su familia leerá lo que uno ha escrito ¡Algo totalmente distinto a trabajar sobre el Renacimiento!.

En "Visto y no visto" usted aboga por las imágenes como "prueba admisible" en el debate histórico, pero también por percatarse de cuán problemático puede ser su uso para sacar conclusiones sobre su contexto y sentido. ¿Podría explicar esto?

En cierto modo me vi trabado en un combate en dos frentes. Por un lado, quería atacar el prejuicio de los historiadores que piensan que "pruebas" quiere decir documentos escritos, que las imágenes también tienen que ser tomadas en serio. Del otro lado, estaba luchando contra la ampliamente compartida ilusión de que las imágenes simplemente reflejan la realidad. Mi propia posición es que toda evidencia es problemática, sea oral, escrita, pictórica o arqueológica. Siempre tenemos que ser críticos, colocando los textos e imágenes en contexto(s), etc. Como siempre, ¡una posición en algún punto del centro atrae ataques desde ambos lados.

En el mismo libro defiende el valor de la iconografía de Panofsky. ¿Qué piensa del peligro de la sobreinterpretación?

En realidad pienso que la subinterpretación es un peligro aún mayor, pero sí, algunos eruditos en este campo intentan ser demasiado inteligentes. Hay un elemento irreductible de especulación en el análisis iconográfico, pero uno puede hacer eso más o menos modestamente, con más o menos atención al contexto. El propio Panofsky lo hizo de forma brillante, pero se puede demostrar que incluso él cometió errores (puesto que hay progreso negativo, podemos demostrar que algunas interpretaciones son erróneas incluso si nunca podemos demostrar una que sea correcta). Como algunos de los mejores críticos textuales, él confió en la intuición (lo que no es un buen modelo a seguir por sujetos de inferiores condiciones).

FUENTES
TAPIA, Patricio. Peter Burke: la ilusión de la "historia total" [en línea]. [Santiago de Chile]: El Mercurio, 2007 [Consulta: 23/09/2007] http://diario.elmercurio.com/2007/09/23/artes_y_letras/_portada/noticias/48862273-A47D-4F03-838F-166206E431A1.htm

IMÁGEN
[s.n.].
Üks tuntumaid Briti ajaloolasi, Cambridge´i Ülikooli emeriitprofessor Peter Burke [en línea]. [Estonia?]: Postimees.ee, 2006. [Consulta: 24/09/2007] http://www.postimees.ee/291206/esileht/kultuur/236464_foto.php

3 comentarios:

Jorge dijo...

Vioctor:
No soyestudiante de Historia ni mucho menos historiador, pero como ficionado la entrevista a Burke me parece muy medulosa. Recién ingreso y leeré tus entradas anteriores. Te contaré-
Saludos

Herla dijo...

la verdad esta excelente lo que acabo e leer soy estudiante de historia y bueno felicidades

Rose dijo...

Como estudiante de Historia, la entrevista me parece bastante aceptable, aunque creo que Burke divaga demasiado, por supuesto no creo en la Historia Total, pues esta, además de cacharrería y documentos escritos, también se compone de pensamientos, sensaciones y palabras, que jamás podrán ser recuperadas.