Cuando él leía [Ambrosio, obispo de Milán], recorrían las páginas los ojos y el corazón profundizaba el sentido, pero la voz y la lengua descansaban. Muchas veces, estando nosotros presentes --porque a nadie se le prohibía la entrada, ni había costumbre de anunciarle al visitante--, le vimos leer así en silencio y jamás de otra manera. Y después de haber estado sentados largo rato sin decir nada --¿quién se hubiese atrevido a importunar a un hombre tan abstraído?-- nos retirábamos suponiendo que durante ses breve tiempo que podía encontrar para fortalecer su espíritu descansando del tumulto de los asuntos ajenos, no quería que se le distrajese. Tal vez se guardaba temiendo que un oyente, atento y cautivado ante un pasaje un tanto oscuro del autor que estaba leyendo, lo obligase a explicar o discutir algunas cuestiones más difíciles y que, por el tiempo empleado en ese menester no pudiese leer tantos volúmenes como quisiera. Aunque acaso también el cuidar su voz que se le enronquecía con mucha facilidad, pudiera ser el verdadero motivo de que leyese en silencio. Mas fuese cual fuese la intención con que lo hacía aquel varón, seguramente que era buena.
FUENTES
DE HIPONA, Agustín. Confesiones. Libro VI, Cap. 3. Traducción de Francisco Montes de Oca. México D.F.: Porrúa, 1982.
DE HIPONA, Agustín. San Agustín se sorprende de que Ambrosio, obispo de Milán, lea en silencio (o en voz muy baja, según otras traducciones) en una época en que lo corriente era la lectura en voz alta [en línea]. [España]: Centro de Investigaciones Manes, UNED, 200? [Consulta: 21/10/2007] http://www.uned.es/manesvirtual/Historia/agustin/confesiones.html
IMÁGEN
Agustín de Hipona
[s.n.]. Agustín de Hipona [en línea]. [s.l.]: Cibernous, 2002 [Consulta: 22/10/2007] http://www.cibernous.com/autores/agustindehipona/teoria/biografia.html
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La lectura silenciosa |
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Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios |
También nos preocupamos de pagar, los primeros entre todos, los impuestos y los censos a aquellos a quienes habéis dado esta concesión, porque así hemos sido enseñados por Él. Porque, acercándose algunos en el tiempo en que predicaba, le preguntaron si debían pagarse los tributos al César, y recibieron de Él esta respuesta: "Decidme de quién es la imagen que tiene la moneda" [1]. Y como le contestaran que era del César, añadió: "Dad pues al César las cosas que son del César y a Dios las que son de Dios" [2]. Por consiguiente, nosotros adoramos sólo a Dios; pero os servimos a vosotros alegres en todo lo demás, reconociendo que sois reyes y príncipes de los hombres y rogando al mismo tiempo que, juntamente con el poder regio, recibáis inteligencia prudente. Y si no nos amparáis a nosotros, que suplicamos y que ponemos todas las cosas en plena luz, nosotros ciertamente no sufriremos daño alguno, porque creemos o, mejor dicho, estamos convencidos de que cada uno ha de sufrir por el fuego eterno las penas merecidas por sus [malas] obras y que ha de dar cuenta a Dios según las facultades recibidas del mismo, como Cristo declaró diciendo: "A aquel a quien más concedió Dios, más se le exigirá" [3].
REFERENCIAS
[1] Mateo 22: 20
[2] Mateo 22: 21
[3] Lucas 12: 48
FUENTES
JUSTINO. Primera Apología, XVII. En CRUZ, N. Relaciones Cristianismo-Imperio Romano. Siglos I, II, III. Revista de Historia Universal. Santiago de Chile. 1987. Nº8, p.108.
MARÍN, José. Dad al César lo que es del César. [en línea]. [Chile]: Med Web, 200?. [Consulta: 10/09/2007] http://www.geocities.com/milan313/iglesia.html#c%E9sar
IMÁGEN
[s.n.]. Saint Justin dans André Thevet, Les Vrais Pourtraits et Vies Hommes Illustres, 1584 [en línea]. [s.l.]: Wikipedia, 2006 [Consulta: 11/09/2007] http://es.wikipedia.org/wiki/Imagen:Justin_Martyr.jpg
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El sistema de castas de la India según Diodoro de Sicilia |
Toda la población de los indios está dividida en siete clases, la primera de las cuales es el grupo de los filósofos, inferior en número a las otras clases pero el primero de todos en distinción. Los filósofos, exentos de todo servicio público, ni dominan a otros ni están sometidos por otros. Y son llamados por los particulares para los sacrificios en vida y para el cuidado de los fallecidos, por lo que han llegado a ser muy queridos por los dioses y son grandes expertos acerca de las cosas del Hades; obtienen de este cometido regalos y honras notables; y proporcionan un gran servicio a la comunidad de los indios, llamados cada año nuevo al gran sínodo, pues vaticinan a las multitudes acerca de las sequías y de la abundancia de lluvias y también del soplo benéfico de los vientos, de las enfermedades y de otras cosas aptas para favorecer a sus oyentes. Cuando escuchan de antemano el destino, las gentes y el rey compensan siempre las predicciones de escasez y preparan siempre de antemano todo lo necesario. Y el filósofo desafortunado en sus predicciones no recibe ninguna otra pena que la infamia y permanece callado el resto de su vida.
La segunda clase es la de los agricultores que parecen sobrepasar mucho en número a los otros. Estos, liberados de las guerras y de cualquier otro servicio público, se ocupan de la agricultura; y ningún enemigo que se encuentre con un agricultor por el territorio lo injuriaría, sino que, al considerarlos como benefactores comunes, se apartan de toda injuria. Por lo tanto, al permanecer el territorio intacto y cargado de frutos, proporciona un gran disfrute de lo necesario a los hombres. Los agricultores viven en el campo con sus hijos y sus mujeres y se abstienen totalmente de bajar a la ciudad. Tributan al rey un alquiler por su terreno por ser toda la India del rey y no serle posible a ningún particular poseer tierra; aparte del alquiler, abonan un cuarto al patrimonio real.
El tercer linaje es el de los vaqueros y de los pastores y, en general, de todos los ganaderos, los cuales no habitan ninguna ciudad o aldea, sino que pasan la vida en tiendas y, con la caza, dejan limpio de aves y de fieras el territorio. Con el ejercicio y el adiestramiento en esto, civilizan la India, llena de muchas fieras de toda clase y de aves que se comen las semillas de los agricultores.
La cuarta clase es la de los artesanos; y, de ellos, los unos son fabricantes de armas y los otros preparan a los agricultores o a cualesquiera otros los útiles para su trabajo. No sólo están exentos de impuestos, sino que incluso toman del patrimonio real una medida de trigo.
La quinta es la militar, adecuada para las guerras, la segunda en número pero ocupada en la indolencia y en muchas diversiones durante la paz. Y se alimenta del patrimonio real toda la masa de militares, de caballos y de elefantes de guerra.
La sexta es la de los éforos; éstos, investigándolo e inspeccionándolo todo a través de la India, lo comunican a los reyes, y, si su ciudad está falta de rey, a los arcontes.
La séptima clase es la de asesores y funcionarios públicos, mínima en número pero la más admirada en nobleza y prudencia: entre ellos, están los consejeros de los reyes, los administradores del Estado y los jueces y, en general, tienen entre ellos a los jefes y a los arcontes.
Estas son, pues, las clases de la división social entre los indios. Y no es posible casarse o acometer empresas u oficios de otra casta, como trabajar la tierra siendo militar o filosofar siendo artesano.
FUENTES
DE SICILIA, Diodoro. Biblioteca Histórica Volúmen I, Libro II 40-41. Traducción de F. Parreu. Madrid: Biblioteca Clásica Gredos, 2001. ISBN 9788424922924
[s.n.]. El sistema de castas [en línea]. [España]: Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, 200? [Consulta: 03/09/2007] http://www.cervantesvirtual.com/portal/Antigua/india.shtml#india1
IMÁGEN
[s.n.]. Diodoro Siculo [en línea]. [Agira]: Agira e la sua storia, 200? [Consulta: 03/09/2007] http://digilander.libero.it/agira1/diodorosiculo.htm
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Sila y César: Una terrible lección para el futuro |
Con el año 133 a.C, la Res–publica comenzará un periodo de crisis que finalizará con la instauración de un nuevo régimen político: el Principado.
La ubicación metodológica más aceptada, lleva el nombre de Augusto para situar el inicio del Principado, finalizando así, la etapa republicana –salvando la pervivencia de las instituciones-, pero algunos autores disienten de esta opinión, valorando a sus predecesores. Destacaré los dos protagonistas de este artículo: Lucio Cornelio Sila (138 a.C – 78 a.C.) y Cayo Julio César (100 a.C –44 a.C).
Sila y César invistieron ordinariamente las magistraturas establecidas en el cursus honorum, y recibieron los reconocimientos correspondientes ante su innegable labor militar - Sila en la Guerra contra Mitrídates del Ponto y César en su Conquista de las Galias por citar las gestas más importantes - consiguiendo la aclamación como imperator (Sila sería el primero en ostentar tal honor).
Ambos tuvieron que vencer a sus enemigos políticos en sendas guerras civiles (Cinna y Mario, en el caso de Sila; y Pompeyo, en el de César). Tras sus triunfos, o durante la contienda, fueron investidos por el Senado con la magistratura extraordinaria de dictator.
Al margen de más similitudes y diferencias -siempre discutibles- que se podrían extraer de estos dos personajes me gustaría centrarme en la actitud que ambos mostraron frente al resto de la comunidad política en Roma, la cual considero una terrible leción para el futuro.
La Lex Valeria de Sulla Dictatore, nombraba a Sila, en el año 82 a.C. y a propuesta del princeps senatus Lucio Valerio Flaco, dictator legibus scribundis et rei publicae constituendae. La ley que daba a Sila el cargo de dictator por tiempo ilimitado, será aprobada por comicios centuriados y ratificada por el Senado.
Esta intitulación daba a Sila la oprtunidad de reorganizar la Res-publica mediante su poder de dictar leyes.
Sila utilizó la dictadura para consolidar su poder, reformar la Res-publica, pero también para eliminar tanto física como políticamente a sus adversarios que tomará forma en las proscripciones.
De las primeras listas publicadas, las proscripciones que abarcaban tanto a los declarados proscritos como aquellos que les brinden asilo so pena de muerte, confiscación y declaración de infames a sus familias.
Esta medida, tomará forma legal mediante la Lex Cornelia de proscriptione, una ley con carácter retroactivo que permitía la ejecución sumaria y el asesinato impune de cualquier romano o itálico sospechoso de haber colaborado con el regnum cinnanum.
Además, la Lex Cornelia de Maiestate, ampliará el concepto de crimen contra el Estado, evitando la acumulación de poder de otros magistrados que podrían convertirse en peligros potenciales. Curiosamente, contempla aquellos medios utilizados por el mismo Sila en su ascenso.
Diversas causas llevan al distanciamiento entre los triunviros, así como la polarización política que uno y otro tomarán, y la desaparición del tercer trinviro, Craso, en el año 54 a.C. . Dejando aparte el análisis, tanto de las causas como del desarrollo del conflicto civil que lleva a los dos grandes líderes al enfrentamiento directo, César será nombrado dictator en el 49 a.C. y finalizará la guerra contra los pompeyanos en el 45 a.C.
César había mantuvo imperium en su persona desde el 55 a.C. hasta su muerte en el 44 a.C. . Entre el 55 a.C. y el 49 a.C. imperum proconsulare sobre la Galia; en el 49 a.C. dictator; en el 48 a.C. cónsul renunciando a la dictadura; en el 47 a.C. dictator y cónsul sine collega tras la batalla de Farsalia; en el 46 a.C. dictator por 10 años, además de recibir la cura morum; y en el 44 a.C. es nombrado dictator perpetuus y es investido con la sacrosanctitas.
César basará su política en la clementia, con el perdón y la amnistía a sus adversarios como postura antagónica a la llevada a cabo por Sila.
Por su parte, César será asesinado en los conocidos idus de marzo del año 44 a.C. por sus contrarios. Tras recibir 23 puñaladas, César cayó a los pies de una estatua de Pompeyo (Tu quoque, Brute, filii mei!)
Aquí está, la que considero fue, una terrible lección para el futuro: Sila, reprimió y eliminó física y políticamente a sus adversarios, y murió en la cama; César se mostró tolerante y concedió el perdón y la amnistía, y murió asesinado.
Que cada uno extraiga sus juicios.
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Lucio Cornelio Sila
Cayo Julio César
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Rome Reborn 1.0: La antigua Roma en las nuevas tecnologías |
Haciéndome eco del artículo publicado en Noticias de Historia Antigua, posteo el siguiente enlace que consiste en la reconstrucción de maquetas de distintos espacios de la antigua Roma a través de la aplicación de programas informáticos de diseño en 3D.
El trabajo llevado a cabo por Bernard Frischer, de la Universidad de Virginia, nos permite pasear por una Roma virtual, cuya reconstrucción está basada en viejos mapas y catálgos de edificios que detallan edificios de apartamentos, casas privadas, tabernas, instalaciones de almacenaje, panaderías e incluso burdeles. A todo esto se suman imágenes digitales de la inmensa maqueta de escayola (de 16 por 17 metros) Plastico di Roma Antica, construida entre los años 1936 y 1974.
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Lex de Imperio Vespasiani |
(69 ó 70 d. de C.)

Que Vespasiano sea autorizado a hacer tratados con quien quiera, como el divino Augusto, Tiberio Julio César Augusto y Tiberio Claudio César Augusto Germánico.
Que pueda presidir el Senado, presentar o rechazar propuestas, votar senado-consultos por relatio o discessio, tal y como había sido establecido para el divino Augusto, Tiberio Julio César Augusto y Tiberio Claudio César Augusto Germánico.
Cuando por su voluntad, su autorización u orden el Senado celebre sesión sea ante su representante, sea ante él mismo, que tenga validez jurídica cuanto allí se decida y que se obedezca, como si el Senado hubiese sido convocado y hubiese actuado conforme a la ley.
En relación con los candidatos a una magistratura o a un desempeño importante por su potestas o su imperium, o a una curatio, a los que él haya recomendado ante el Senado o el pueblo romano, o a los que haya dado o prometido su sufragio, que se les tenga en cuenta fuera del orden normal de las elecciones.
Que le sea permitido restringir o aumentar los límites del poemerium cuando crea necesario hacerlo para el bien público, como le ha sido permitido antes a Tiberio Claudio César Augusto Germánico.
Que posea el derecho y el poder de cumplir y hacer cuanto considere útil para el bien público y la majestad de las cosas divinas, humanas, públicas o privadas, en la misma medida en que este derecho ha sido reconocido al divino Augusto, Tiberio Julio César Augusto y Tiberio Claudio César Augusto Germánico.
Que el emperador César Vespasiano sea dispensado de obedecer las leyes y plebiscitos de cuyo cumplimiento se eximió al divino Augusto, Tiberio Julio César Augusto y Tiberio Claudio César Augusto Germánico y todo lo que en virtud de una lex rogata les fue permitido a estos sea consentido hacer al César Vespasiano Augusto.
Y que los actos ejecutados, los decretos dictados por el emperador César Vespasiano Augusto, sea por orden suya o por orden de uno de sus delegados antes de esta lex rogata, que sean tenidos conformes con el derecho y ratificados come si hubiesen sido realizados por orden ciei populus o la plebe.
Sanción: Si alguno ha actuado o se propone actuar, conforme a esta ley, contra las leges rogatae, los plebiscitos o los senado-consultos, que no sufra perjuicio alguno, ni se de cuenta al pueblo ni se actúe ante nadie por esta causa, tampoco si no lo ha hecho conforme a esta ley, sino en virtud de una lex rogata, de un plebiscito o de un senado-consulto.
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Tabula de bronce con la Lex de Imperio Vespasiani. Museo Capitolino
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Alonso Piñeiro: "Poncio Pilato tuvo un mérito inmenso: Tratar de salvar la vida de Cristo" |
"Nací un 25 de junio en Hispania, bajo el nombre de Pontius Pilato. Extraña vida la mía, iniciada como ciudadano romano bajo el noble emperador Cayo Augusto y concluida como réprobo pagano, puesto que me convertí al cristianismo, abrumdo por el remordimiento de mi actuación en el proceso contra Joshua de Nazareth, al que fui empujado por la amenazante persistencia del Sanedrín".
Este es el comienzo del libro publicado historiador argentino Alonso Piñeiro en el que ofrece otra imágen de Poncio Pilato. En su obra ofrece una versión distinta de este hispano condenado por la tradición católica, narrado en primera persona y apoyado en abundante documentación, la vida y obra del procurador de Judea.
A continuación publico un estracto de la entrevista realizada por Río Negro al historiador a propósito del libro (ALONSO PIÑEIRO. Yo, Poncio Pilato. El Complot de la Traición. Psellos y Dunken. Buenos Aires. 2006)
¿Por qué trabajar sobre Poncio Pilato, que en todo caso es una figura ya muy "trabajada" por la religión cristiana?
Porque tiene un mérito inmenso: Tratar de salvar reiteradamente la vida de Cristo. Es un mérito tan grande que dos iglesias cristianas -cristiana ortodoxa y cristiana etíope- lo han declarado santo. Figura en el santoral tanto él como su esposa Prócula, que se había convertido al cristianismo en forma secreta. Esas iglesias vieron hace ya varios siglos la importancia que tuvo Poncio Pilato en todo ese tramo de la historia de Palestina. De ahí el reconocimiento al rol que tuvo.
¿Era algo más que un burócrata en el sistema del poder de Roma? Tiempo atrás, en defensa de la "traición" como mecanismo innovador en política, dos sociólogos franceses -Denis Jeambar e Ives Roucaute-, publicaron un libro que causó revulsivos varios entre la intelectualidad europea. Por sus páginas pasan las "traiciones" de De Gaulle, Felipe González, Mitterrand, Bismarck, etc, etc. En relación a Cristo, se preguntan ¿Qué sería de la pasión y gloria de Cristo sin la "traición" de Judas? Y siempre en tren de interrogantes como vectores de reflexiones, también se preguntan: "¿Hubiera nacido la Iglesia sin las negaciones de Pedro?" Sostienen entonces que el imperio moral de la Iglesia Católica se erige sobre el juicio de estos dos hombres: distingue la traición que no viola las reglas divinas de la cobardía que las transgrede. Pero en todo ese esquema de conductas, usted coloca a Poncio Pilato con miedos, con dudas a la hora de decidir...
Con los miedos que son propios de los burócratas a través de los siglos. El era gobernador de Judea. Sin embargo, cuando advirtió que en relación a la proyección de Jesucristo pasaba algo extraño...
¿Qué era lo extraño?
Bueno, la proyección de la prédica de Jesús...Incluso la propia Prócula, influye para que Poncio Pilato se conformara una imagen ajustada de lo que sucedía con Jesús. El toma conciencia de que Jesús es un emergente con mucha singularidad. Creo que debemos aclarar, por razones obvias, que la cristiandad no es amiga de Poncio Pilato... ¡Mató a Cristo! Pero la ley judía tampoco le tiene mucha simpatía a Poncio Pilato. ¿Por qué? Porque se negó reiterada y terminantemente a firmar la condena a muerte a Jesús...El pregunta, desde un comienzo, de qué delito se lo acusa a Jesús, y el Sanedrín le contesta: "Por empezar, no paga impuestos!" Es decir, lo colocan levantándose contra la autoridad imperial de Roma, hábil manera de ponerlo a Poncio Pilato frente a las leyes del Imperio Romano. "Eso no es cierto -responde Poncio Pilato-, ya que es escuchado a este hombre -Jesús-, decir: "Al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Además, paga impuestos". El Sanedrín insiste; intenta de todas maneras lograr la condena.
Lo concreto es que Poncio Pilato afloja.
¡Ese es el tema! Lo hace presionado por el Sanedrín, que podía rebelarse, cosa que hará en el año `71.
El pago de tributos es una entidad muy fuerte en el mantenimiento del Imperio Romano, incluso mucho más acá de aquellos tiempos, Juan Bautista Alberdi dice que esa política era uno de los sostenimientos básicos del imperio. ¿Jugó tanto en la acusación sobre Cristo?
Muchísimo. Hubo toda una conducta fiscal que tiene que ver, claro, con la grandeza que logró Roma. Fue un imperio próspero. Yo no voy a abundar en datos de tópico ya muy estudiado con minuciosidad... Y le importaban las sociedades que dominaba; basta con recordar que a lo largo y ancho de su geografía semanalmente distribuía gratis pan y aceite, lo cual no fue chiste.
Clientelismo...
Bueno...
Pero era un imperio pétreo, como escribió Gibbon hace dos siglos, "poder y más poder", lo cual quizá a la larga fue clave para su debilidad. ¿En esa cosmovisión de ejercicio de poder, cómo puede cuadrar Poncio Pilato?
Vuelvo al concepto de burócrata: Sabía perfectamente hasta dónde llegar con su estilo algo inconcebible para con los perfiles del imperio. Sabía que no podía colocarse en situación de enojar al emperador, de ser eventualmente definido como rebelándose contra Roma. Pero eso no le impedía ser curioso, interrogarse sobre lo que estaba haciendo... Todo burócrata tiene, en momento dado, esos perfiles.
¿En todo ese camino miente?
Lo hace para no transgredir en su relación con el emperador... Dice que los milagros que se le acreditaban a Jesús eran falsos, pero en Roma tenía información de que no lo eran. El famoso "lavarse las manos" se encuadra en esa conducta. Lo hace como acto ritual porque, como yo lo explico, no podía hacer más, lo superaba la presión destinada a matar a Cristo. Mire, Poncio Pilato es una figura apasionante, máxime cuando se la calibra en época y como engranaje de la máquina de poder que fue el Imperio Romano.
¿Al Vaticano, maestro en bajar línea a los cristianos, le cuesta reconocer un nuevo perfil de Poncio Pilato?
Le cuesta y mucho, por eso me negaron las cartas que tanto tienen que ver con mi libro. Le cuesta porque implica revisar lo dicho y hecho sobre Poncio Pilato. Para el Vaticano están los Evangelios Canónicos sobre lo que hizo Poncio Pilato: matar a Jesús. Al Vaticano le vale eso y nada más. Mire, la acusación de deicidio formulada contra el pueblo judío fue levantada recién por Juan XXIII, en el Segundo Concilio Vaticano. Pero hasta ese momento se consideraba que Poncio Pilato era cómplice.
¿Tiene información de cómo cayó su libro en la jerarquía de la Iglesia Católica Argentina y eventualmente en El Vaticano?
En relación al Vaticano, no. En cuanto a lo primero, monseñor Bergoglio me hizo una carta personal muy bella.
¿Qué le dice?
Es personal. Pero es evidente que al escribirme en esos términos, es que está de acuerdo.
Le dice: "¿Armando, usted anda cerca de la verdad" sobre Poncio Pilato?
Así es. Y me pide que rece por él (por monseñor Bergoglio) Mi libro está escrito en tercera persona, pero fundado en documentación rigurosa situada en los Archivos Imperiales, de los Evangelios Canónicos y de los mal llamados Evangelios Apócrifos. Poncio Pilato escribió cinco cartas al emperador Tiberio. Las cinco están en el Archivo Secreto del Vaticano, que es el más secreto de los archivos del mundo. Yo soy amigo del Cardenal Mejía...
¿El argentino en el Vaticano?
Efectivamente. Cuando yo comencé a trabajar para este libro él era director del Archivo Secreto de El Vaticano. Me escribió una carta diciéndome: "Véngase, yo le daré una mano". Lamentablemente, en el interregno tuvo que renunciar porque cumplió 75 años. El nuevo director del archivo es un francés. Hable con el secretario general del archivo, el doctor Carbone. Yo ya tenía dos de las cinco cartas que Poncio Pilato escribió al emperador Tiberio. Expliqué que quería acceder a las otras tres y a más documentación y él me dijo que esas cartas no estaban ahí...que no sé cuánto...En fin, hay que aclarar además, que el Vaticano también tiene un archivo ultra secreto, un laberinto de 25 kilómetros de estanterías que no se puede consultar si no es con la autorización del Papa, cosa que jamás ni este ni ningún Papa autorizó. Me emperré y le dije: "Mire, esas cartas están acá"... "No, no están".... Me dio argumentos casi infantiles, algo extraño en un hombre de su capacidad, para demostrarme que ahí no estaban las cartas de Poncio Pilato. Me dijo: "Es imposible, porque el Archivo Secreto se fundó en el año 800, no tiene ningún documento anterior al año 800". Pero no se fundó en el año 800 si no dos siglos antes.
¿Se las dio el cardenal Mejía?
A usted tampoco se lo voy a decir. Son copias de dos cartas olvidadas, publicadas una única vez: en el Siglo XVI. Nadie las tuvo en cuenta.
¿A dónde conducen esas cartas en relación a Poncio Pilato?
A que fue un hombre muy singular, inconcebible en ese marco imperial del que hablamos.
Academia Nacional de Periodismo
Río Negro
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Ecce Homo. Antonio Ciseri. 1821-1891.
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Comentario sobre el Bronce de Áscoli |
El llamado Bronce de Áscoli es una placa de bronce inscrita hallada en 1908 en Asculum, la ciudad romana de la actual Áscoli (Italia) y que actualmente se conserva en los museos Capitolinos.
Se trata de un documento excepcional que nos muestra, entre otros datos, el grado de participación de hispanos combatiendo fuera de Hispania a favor de Roma. Se trata del primer dato conocido sobre la concesión de ciudadanía romana a un grupo relativamente numeroso, en este caso, por méritos militares.
La concesión se hace en virtud de la Lex Iulia de Civitate Latinis et Sociis Danda aprobada el año 90 a.C. en el contexto del Bellum Sociale. Esta ley recoge la concesión de ciudadanía a los latinos e itálicos que no se hubieran levantado en armas contra Roma y, además, daba a los generales el poder de otorgar la ciudadanía - y otras recompensas menores- a sus tropas, a discrección, por méritos militares.
Podemos dividir el bronce en 4 bloques:
1. Encabezamiento. Lo forman las tres líneas superiores. En él se indica:
a) Qué, la concesión de cidadanía -y otras recompensas- al escuadrón de caballería.
b) Quién, Gneo Pompeyo Estrabón (CNPOMPEIVS.SEX.F - Gneo Pompeyo, hijo de Sexto) en calidad de comandante en jefe con imperator al mando de las tropas romanas del frente centro-septentrional, más concretamente en la zona de los Apeninos, durante el Bellum Sociale (91-88 a.C); y el consilium, cuyos componentes los podemos ver reflejados en el bloque 2.
c) A quién, a los junetes hispanos (EQVITES.HISPANOS.CEIVES(.FECIT))
d) Por qué, en virtud de la Lex Iulia de Civitate Latinis et Sociis Danda, concretamente por meritos militares (VIRTVTIS.CAUSSA).
Aunque no se ha conservado la parte central de la segunda línea, la podemos reconstruir con el añadido del bloque 4.
e) Dónde, (IN.CATR)EIS.APVUD.ASCVLVM, el campamento ubicado frente a la ciudad de Asculum, en el Piceno. Se trataba de un centro muy activo durante el Bellum Sociale.
f) Cuándo, XIV.K.DECEX, 14 días antes de las calendas de diciembre, es decir el 17 de diciembre. El año más probable es el 89 a.C. ya que supone el fín del asesdio a la ciudad de Asculum, aunque también hay que considerar el año 90 a.C. debido al desarrollo del Bellum Sociale.
2. Parte central. Cita a los miembros del consilium, una especie de consejo de oficiales en campaña formado por legados, tribunos militares y élite social romana. Se trata de una relación de nombres latinos de oficiales romanos compuesto por el nomen, praenomen, filiación y tribu; se prescinde del cognomen, posiblemente para no recargar el documento. entre los citados, podemos encontrar nombres que darán que hablar en el futuro de Roma. Estos son: Gneo Pompeyo Magno y Lucio Sergio Catilina.
3. Parte inferior. Nos concreta el dato de a quién se le concede la ciudadanía, ésto es a la TVRMA SALLUITANA, el escuadrón de caballería de jinetes hispanos procedentes de distintos puntos del valle del Ebro.
La turma romana era una escuadra de caballería formada por dos decurias de jinetes, en este caso supondría un cuerpo de tropas auxiliares al ejército romano.
Existen distintas hipótesis respecto del por qué se la denomina a la turma Salluitana, viendo el diverso origen de sus componentes:
a) "Tesis clientelar". Se creyó que el oficial que comandaba las tropas daría el nombre a la turma, pudiendo ser el nombre de éste Sallutio o Salutio. Esta hipótesis ha sido desechada.
b) "Tesis de mayoría". Basada en el mayor peso numérico dentro del escuadrón de junetes naturales de Salduie. Esta hipótesis no se sostiene, ya que sólo eran cuatro - los citados en primer lugar, se supone que proceden de Salduie ya que su nombre no va precedido de su ciudad de origen- del total de treinta, además de ser ampliamente superados por los segienses.
c) "Tesis de capitalidad política y administrativa de Salduie". Defendida por Fatás y Beltrán Lloris, tiene en contra que supone una anticipación histórica a lo que sería décadas más tarde Caesar Augusta. Cabe decir que Salduie, no parece que fuera un enclave importante ya que no es nombrado por las fuentes literarias y sólo es conocida por sus acuñaciones monetarias que, por otra parte, tuvieron menos difusión que otras cecas de su entorno.
d) "Tesis de centro práctico de reclutamiento". Pina Polo, defiende que "...las razones que llevaron al gobernador de Hispania Citerior, Cayo Valerio Flaco, a designar Salduie como centro de reclutamiento ... fueron estrictamente de orden práctico" . Se basa en las mismas circunstancias del conflicto, que hicieron que la rapidez del traslado de las tropas procedentes de las provincias fuera de suma importacia para decidir el transcurso de la guerra. Salduie supondría un lugar estratégico en el valle del Ebro, situada en el centro del mismo y su acceso al río que ofrecía un rápido medio de transporte hasta su desembocadura en Tortosa, para después, ser embarcados en Tarraco con rumbo hacia Italia.
También cabe destacar en este bloque los nombres de los ilerdenses. Nos muestran unos nombres con un caracter más romano, latinizados. Esto no puede deberse a que fueran ciudadanos romanos, ya que el documento plasma una concesión de ciudadanía; tampoco que Ilerda fuera una colonia romana, ni que tuviera un estatuto jurídico especial. La hipótesis mas aceptada es que se tratase de una cuestión de moda, queriendo parecerse a la poderosa Roma en sus hábitos y costumbres. Esta hipótesis se ve apoyada por el motivo de que son los primeros nombres de una determinada generación los que presentan una onomástica latina, pudiendo observar en la filliatio, que su predecesor todavía tiene un nombre indígena: CN.CORNELIUS, sería el nombre latino; NESILLE, el nombre indígena; F (filius). Resultando Gneo Cornelio, hijo de Nesille.
Es importante observar que teniendo como referencia a los pueblos indígenas del Valle del Ebro, observamos que en este documento, se relaciona a los jinetes con las ciudades, y no con los pueblos; esto no quiere decir que los pueblos indígenas esten pasando por un proceso mediante el cual estén dejando de verse como un pueblo, sino que es la propia Roma la que valora el elemento ciudad como vehículo de introducción de su cultura, refiriéndose a los miembros de una comunidad urbana.
4. Parte inferior derecha. Se trata de un añadido posterior que reitera lo indicado en el bloque 1 y añade otras recompensas otorgadas a los jinetes consistentes en condecoraciones como el cornuculo, patella, torque y armilla que denotan el reconocimiento militar; y ración doble de grano, pero no se sabe si es para ese mismo momento o a perpetuidad.
Cabe también apuntar que en el contexto del Bellum Sociale, podía premiarse a los participantes en las tropas auxiliares, como este caso; pero también podía castigárseles.
FUENTES
F. PINA POLO. ¿Por qué fue reclutada la turma Salluitana en Salduie?. Gerión, nº 1. pp 197-204. 2003.
G. FATÁS, F. BELTRÁN LLORIS. Historia de Zaragoza I: Salduie, ciudad ibérica. Zaragoza. 1997.
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Bronce de Áscoli
Pueblos prerromanos en el actual Aragón
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El Bronce de Áscoli |

Gneo Pompeyo, hijo de Sexto, imperator, según decisión del Consejo (de oficiales en campaña) y en virtud de la ley Julia, proclamó ciudadanos romanos a los jinetes hispanos a causa de su valor.
Estuvieron en el Consejo: Lucio Gelio, hijo de Lucio, de la tribu Tromentina; Gneo Octavio, hijo de Quinto, (...); Marco Cecilio, hijo de (...); Sergio Sulpicio, hijo de Cayo, de la tribu Aniense; Lucio Junio, hijo de Lucio, de la tribu Galeria; Quinto Minucio, hijo de Marco, de la tribu Terentina; Publio Atio, hijo de Publio, de la tribu Oufentina; Marco Manoleio, hijo de Marco (...) ; (...) hijo de (...), (...); Marco Emilio, hijo de Quinto, de la tribu Palatina; Gneo Cornelio, hijo de Gneo, de la tribu Palatina; Tito Anio, hijo de Tito, de la tribu Oufentina; Marco Aurelio, hijo de Marco, de la tribu Voltinia; Lucio Volumnio, hijo de Lucio, de la tribu Aniense; Lucio (...), hijo de (...), de la tribu Sucusana; Tito Pompeyo, hijo de Tito, de la tribu Cornelia; Cayo Rabirio, hijo de Cayo, de la tribu Galeria; Décimo Ebucio, hijo de Décimo, de la tribu Cornelia; Marco Tejedio, hijo de Marco, de la tribu Polia; Cayo Fundilio, hijo de Cayo, de la tribu Quirina; Marco Mayanio, hijo de Marco, de la tribu Sergia; Tito Acilio, hijo de Tito, de la tribu Velina; Gneo Opio, hijo de Gneo, de la tribu Velina; Quinto Petilio, hijo de Lucio, de la tribu Velina; Lucio Terencio, hijo de Aulo, de la tribu Velina; Tito Terencio hijo de Aulo, de la tribu Velina; Lucio Vetio, hijo de Lucio, de la tribu Velina; Cayo Fornasidio, hijo de Cayo, de la tribu Polia; Gneo Pompeyo, hijo de Gneo, de la tribu Clustumina; Sexto Pompeyo, hijo de Sexto, de la tribu Clustumina; Marco Hostilio, hijo de Marco, de la tribu Velina; Lucio Ebucio, hijo de Lucio, de la tribu Menenia; Quinto Hirtuleyo, hijo de Lucio, de la tribu Sergia; Lucio Junio, hijo de Quinto, de la tribu Lemonia; Quinto Rosidio, hijo de Quinto, de la tribu Quirina; Cayo Tarquicio, hijo de Lucio, de la tribu Falerna; Quinto Marcio, hijo de Lucio, de la tribu Papiria; Lucio Opimio, hijo de Quinto, de la tribu Horacia; Lucio Insteyo, hijo de Lucio, de la tribu Falerna; Tito Nonio, hijo de Tito, de la tribu Velina; Lucio Nonio, hijo de Tito, de la tribu Velina; Cayo Herio, hijo de Cayo, de la tribu Clustumina; Lucio Pomecio, hijo de Tito, de la tribu Quirina; Marco Lucanio, hijo de Marco, de la tribu Horacia; Lucio Sergio, hijo de Lucio, de la tribu Tromentina; Publio Pedanio, hijo de Publio, de la tribu Emilia; Cayo Letorio, hijo de Cayo, de la tribu Velina; Aulo Fulvio, hijo de Aulo, de la tribu Tromentina; Quinto Ampudio, hijo de Quinto, de la tribu Emilia; Lucio Minucio, hijo de Lucio, de la tribu Velina; Tiberio Veturio, hijo de Tiberio, de la tribu Velina; Gneo Busenio, hijo de Gneo, de la tribu Estelatina; Tito Pulieno, hijo deLucio, de la tribu Menenia; Manlio Ebucio, hijo de Manlio, de la tribu Polia; Publio Salvieno, hijo de Lucio, de la tribu Marcia; Lucio Otacilio, hijo de Lucio, de la tribu Pupinia.
Escuadrón Saluitano: Sanibelser, hijo de Adingibas; Ilurtibas, hijo de Bilustibas; Estopeles, hijo de Ordenas; Torsino, hijo de Austinco; Bagarense: Cacususin, hijo de Jadar; [..]licenses: - hijo de Sosimilus, -, hijo de -irsecei, -, hijo de -elgaun, -, hijo de -nespaiser; Ilerdenses: Quinto Otacilio, hijo de Suisetarten; Gneo Cornelio, hijo de Nesile; Publio Fabio, hijo de Enasagin; Begense: Turtumelis, hijo de Atanscer; Segienses: Sosinaden, hijo de Sosinase; Sosimilo, hijo de Sosinase; Urgidar, hijo de Luspanar; Gurtano, hijo de Biurno; Nalbeaden, hijo de Agerdo; Arranes, hijo de Arbiscar; Umargibas, hijo de Luspangibas; Ennegenses: Beles, hijo de Umarbeles; Turino, hijo de Adimbeles; Ordumeles, hijo de Burdo; Libenses: Bastugitas, hijo de Adimbeles; Umarillun, hijo de Tarbantu; Suconsenses: Belenes, hijo de Albenes; Atulo, hijo de Tautindals; Iluersense: Balciadin, hijo de Balcibilos.
Gneo Pompeyo, hijo de Sexto, imperator, en su campamento junto a Ascoli, condecoró al Escuadrón Saluitano a causa de su valor con cornículo, patela, torques, armillas, faleras y lo recompensó con doble ración de grano.
FUENTE
G. FATÁS, M. BELTRÁN, Historia de Zaragoza, 1. Salduie, ciudad ibérica, Zaragoza, 1997, p. 55.
IMÁGEN
Bronce de Áscoli
Artículos relacionados
Comentario sobre el Bronce de Áscoli
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Edicto de Tesalónica |
Edicto de los emperadores Graciano, Valentiniano (II) y Teodosio Augusto, al pueblo de la ciudad de Constantinopla.
Queremos que todos los pueblos que son gobernados por la administración de nuestra clemencia profesen la religión que el divino apóstol Pedro dio a los romanos, que hasta hoy se ha predicado como la predicó él mismo, y que es evidente que profesan el pontífice Dámaso y el obispo de Alejandría, Pedro, hombre de santidad apostólica. Esto es, según la doctrina apostólica y la doctrina evangélica creemos en la divinidad única del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo bajo el concepto de igual majestad y de la piadosa Trinidad. Ordenamos que tengan el nombre de cristianos católicos quienes sigan esta norma, mientras que los demás los juzgamos dementes y locos sobre los que pesará la infamia de la herejía. Sus lugares de reunión no recibirán el nombre de iglesias y serán objeto, primero de la venganza divina, y después serán castigados por nuestra propia iniciativa que adoptaremos siguiendo la voluntad celestial.
Dado el tercer día de las Kalendas de marzo en Tesalónica, en el quinto consulado de Graciano Augusto y primero de Teodosio Augusto.
(28 de febrero del 380)
FUENTE
Codex Theodosianus, 16, I, 2.
M.A. LADERO, Historia Universal de la Edad Media. Barcelona. 1987. p. 55.
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Res Gestae Divi Augusti |
Texto que es copia de los hechos del divino Augusto, con las cuales sujetó el universo mundo al dominio del pueblo romano, y de las munificencias que hizo a la república y al pueblo de Roma, escritas en dos columnas de bronce que se hallan en Roma.
1. A los diecinueve años de edad alcé, por decisión personal y a mis expensas, un ejército que me permitió devolver la libertad a la República, oprimida por el dominio de una bandería. Como recompensa, el Senado, mediante decretos honoríficos, me admitió en su seno, bajo el consulado de Cayo Pansa y Aulo Hirtio [43 a.C.], concediéndome el rango senatorio equivalente al de los Cónsules. Me confió la misión de velar por el bienestar público, junto con los Cónsules y en calidad de Pro-pretor. Ese mismo año, habiendo muerto ambos Cónsules en la guerra, el pueblo me nombró Cónsul y triunviro responsab

2. Proscribí a los asesinos de mi Padre, vindicando su crimen a través de un juicio legal; y cuando, más tarde, llevaron sus armas contra la República, los vencí por dos veces en campo abierto.
3. Hice a menudo la guerra, por tierra y por mar. Guerras civiles y contra extranjeros, por todo el universo. Y, tras la victoria, concedí el perdón a cuantos ciudadanos solicitaron gracia. En cuanto a los pueblos extranjeros, preferí conservar que no destruir a quienes podían ser perdonados sin peligro [para Roma] Unos 500.000 ciudadanos romanos prestaron sagrado juramento de devoción a mi persona. De entre ellos, algo más de 300.000, tras la conclusión de su servicio militar, fueron asentados por mí en colonias de nueva fundación o reenviados a sus municipios de origen. A todos ellos asigné tierras o dinero para recompensarlos por sus servicios de armas. Capturé 600 navíos, entre los que no cuento los que no fuesen, cuando menos, trirremes.
4. Por dos veces recibí el honor de la ovación solemne y por tres el del triunfo curul. Recibí aclamaciones oficiales como general imperator en veintiuna ocasiones. Por todo ello el Senado me otorgó la celebración de numerosos triunfos oficiales, que decliné Deposité en el Capitolio los laureles de mis fasces, tras haber cumplido las promesas formuladas con ocasión de cada guerra. A causa de los éxitos obtenidos por mí (o por mis lugartenientes en el mando bajo mis auspicios), tanto por tierra cuanto por mar, el Senado decretó acciones oficiales de gracias a los dioses inmortales en cincuenta y cinco ocasiones. Tales acciones de gracias sumaron, en conjunto, 890 días En mis triunfos oficiales, ante mi carro, desfilaron [vencidos] nueve reyes o hijos de rey. Cuando escribí lo que antecede, había sido Cónsul por decimotercera vez [2 a.C.] y desempeñaba la potestad de los Tribunos de la plebe por trigesimoséptimo año.
5. Durante el consulado de Marco Marcelo y Lucio Arruncio [22 a.C.] no acepté la magistratura de Dictador, que el Senado y el pueblo me conferían para ejercerla tanto en mi ausencia cuanto durante mi presencia [en Roma] No quise [empero] declinar la responsabilidad de los aprovisionamientos alimentarios, en medio de una gran carestía; y de tal modo asumí su gestión que, pocos días más tarde, toda la Ciudad se hallaba desembarazada de cualquier temor y peligro, a mi sola costa y bajo mi responsabilidad. No acepté [tampoco] el consulado que entonces se me ofreció, para ese año y con carácter vitalicio.
6. Durante el consulado de Marco Vinucio y Quinto Lucrecio [19 a.C.] y, después, bajo el de Publio y Gneo Léntulo [18 a.C.] y, en tercer lugar, durante el de Paulo Fabio Máximo y Quinto Tuberón [11 a.C.], habiendo unánimemente decidido el pueblo y el Senado que fuese yo responsable único y máximo del cuidado de las costumbres y las leyes, no quise que se me confiara una magistratura en términos que hubieran resultado contrarios a la tradición ancestral; pero las actuaciones que el Senado deseaba por entonces de mí las llevé a cabo, fundado [sólo] en mi potestad tribunicia. Y [aun] para esa misma función pedí y recibí del Senado, por cinco veces, un colega.
7. Durante diez años consecutivos fui miembro del colegio triunviral al que se había encargado la reconstitución de la República; hasta el momento en que redacté estos sucesos, Príncipe del Senado por cuarenta años consecutivos. Fui Pontífice Máximo, augur, miembro del Colegio de los Quince encargados de las sagradas ceremonias, del Colegio de los Siete encargados de los sacros banquetes, hermano de la Cofradía Arval, sodal Titio y sacerdote fecial.
8. Por mandato del pueblo y del Senado, durante mi quinto consulado [29 a.C.] aumenté el número de los patricios romanos. Por tres veces establecí la lista de senadores y, en mi sexto consulado [28 a.C.], llevé a cabo, con Marco Agripa como colega, el censo del pueblo. Celebré la ceremonia lustral después de que no se hubiera celebrado en cuarenta y dos años; en ella fueron censados 4.063.000 ciudadanos romanos. Durante el consulado de Cayo Censorino y Cayo Asinio [8 a.C.] llevé a cabo el censo por mí solo, en virtud de mi poder consular, en cuya lustración se contaron 4.233.000 ciudadanos romanos. Hice el censo por vez tercera, en virtud de mi poder consular y teniendo por colega a mi hijo [adoptivo], Tiberio César, en el consulado de Sexto Pompeyo y Sexto Apuleyo [14 d. C.]; con ocasión de este censo conté 4.937.000 ciudadanos romanos. Mediante nuevas leyes que propuse saqué del desuso muchos ejemplos de nuestros antepasados, decaídos ya en Roma, y yo mismo dejé a la posteridad muchas acciones como ejemplo que imitar.
9. El Senado decretó que, cada cuatro años, Cónsules y sacerdotes ofreciesen votos por mi salud. Para cumplirlos, tanto los cuatro Colegios sacerdotales mayores cuanto los Cónsules ofrecieron frecuentemente, en vida mía, juegos públicos. Asimismo, en sus casas y en las municipalidades, todos los ciudadanos, sin excepción y unánimemente, realizaron en todo tiempo ceremonias por mi salud en toda clase de lugares sacros.
10. El Senado hizo incluir mi nombre en el cántico de los Sacerdotes Salios y una ley prescribió que poseería, a perpetuidad y de por vida, carácter inviolable para mi persona y la potestad de los Tribunos de la plebe. Cuando el pueblo me ofreció el Pontificado Máximo, que mi Padre había ejercido, lo rehusé, para no ser elegido en lugar del Pontífice que aún vivía No acepté ese sacerdocio sino años después, tras la muerte de quien lo ocupara con ocasión de las discordias civiles; y hubo tal concurrencia de multitud de toda Italia a los comicios que me eligieron, durante el consulado de Publio Sulpicio y Cayo Valgio [12 a.C.], como no se había visto semejante en Roma.
11. En homenaje a mi regreso y bajo el consulado de Quinto Lucrecio y Marco Vinicio [19 a.C.], el Senado consagró, cerca de la Puerta Capena, ante el templo del Honor y la Virtud, un altar a la Fortuna del [feliz] Retorno. Mandó que todos los años Pontífices y Vestales hicieran allí una ofrenda, en el aniversario de mi regreso de Siria, y llamó a ese día "de las Augustales", de acuerdo con mi nombre.
12. El mismo año, en virtud de un senadoconsulto, parte de los Pretores y de los Tribunos de la plebe, acompañados por el Cónsul Quinto Lucrecio y por los ciudadanos más principales, salió a mi encuentro en Campania: honra que a nadie se había conferido con anterioridad Cuando regresé de Hispania y de Galia, durante el consulado de Tiberio Nerón y Publio Quintilio [13 a.C.], tras haber llevado a cabo con todo éxito lo necesario en esas provincias, el Senado, para honrar mi vuelta, hizo consagrar, en el Campo de Marte, un altar dedicado a la Paz Augusta y encargó a los magistrados, Pretores y Vírgenes Vestales que llevasen a cabo en él un sacrificio en cada aniversario.
13. El templo de Jano Quirino, que nuestros ancestros deseaban permaneciese clausurado cuando en todos los dominios del pueblo romano se hubiera establecido victoriosamente la paz, tanto en tierra cuanto en mar, no había sido cerrado sino en dos ocasiones desde la fundación de la Ciudad hasta mi nacimiento; durante mi Principado, el Senado determinó, en tres ocasiones, que debía cerrarse.
14. El Senado y el pueblo romano, queriendo honrarme, designaron Cónsules, con intención de que asumiesen la magistratura cinco años más tarde y cuando tenían quince, a mis hijos [adoptados] Cayo y Lucio Césares, a quienes, muy jóvenes, me arrebató la Fortuna Y el Senado decretó que asistiesen a sus deliberaciones desde el mismo día en que fuesen presentados en el Foro. Los Caballeros de Roma, por su parte, unánimemente los denominaron Príncipes de la Juventud y les obsequiaron los escudos ecuestres y las lanzas de plata.
15. Pagué a la plebe de Roma 300 sestercios por cabeza, en cumplimiento del testamento de mi Padre. Y en mi propio nombre, cuando mi quinto consulado [29 a.C.], dí otros 400 (por cabeza), de mi botín de guerra. En mi décimo consulado [24 a.C.] distribuí, de nuevo, de mi propio patrimonio un congiario a la plebe de 400 sestercios por individuo. En el undécimo [23 a.C.], por doce vces repartí trigo adquirido a mis expensas. Cuando cumplí mi duodécima potestad tribunicia duodécima potestad tribunicia [11 a.C.], por vez tercera volví a repartir 400 sestercios a cada plebeyo. Nunca fueron menos de 250.000 las personas beneficiarias de estos repartos. En el año de mi decimoctava potestad tribunicia y de mi duodécimo consulado [5 a.C.] dí 60 denarios de plata por cabeza a 320.000 plebeyos de la Ciudad. Durante mi quinto consulado [29 a.C.] distribuí mil monedas, procedentes de mi botín de guerra, a cada uno de los soldados de mis ciudades coloniales militares: tal obsequio conmemorativo de mi triunfo oficial afectó a unos 120.000 hombres. Durante mi decimotercer consulado [2 a.C.] dí 60 denarios a cada ciudadano plebeyo de los que estaban inscritos en las listas de beneficiarios de las distribuciones gratuitas de grano, que fueron algo más de 200.000.
16. Para la compra de las tierras que había asignado a mis veteranos, en mi cuarto consulado [30 a.C.] y, luego, durante el de Marco Craso y Gneo Léntulo Augur [14 a.C.], destiné una subvención a las municipalidades, cuyo monto ascendió, en Italia, a 600 millones de sestercios, más o menos, y a unos 260 en las provincias. Que se recuerde, soy el primero y único que haya hecho tal cosa entre quienes fundaron ciudades coloniales militares en Italia o en las provincias. Más tarde, bajo los consulados de Tiberio Nerón y de Gneo Pisón [7 a.C.], de Cayo Antistio y Decio Lelio [6 a.C.], de Cayo Calvisio y Lucio Pasieno [4 a.C.], de Lucio Léntulo y Marco Mesala [3 a.C.] y de Lucio Caninio y Quinto Fabricio [2 a.C.], concedí recompensas en metálico a los soldados que se habían licenciado honorablemente y vuelto a sus lugares natales, asunto en el que invertí unos 400 millones de sestercios.
17. Por cuatro veces acudí, con mi dinero, en ayuda del Tesoro público, de modo tal que entregué a sus responsables 50 millones de sestercios. Bajo el consulado de Marco Lépido y Lucio Arruncio [6 d.C.], dí de mi patrimonio 70 millones de sestercios al Tesoro militar, el cual decidí crear, con el fin de conceder recompensas a los soldados con veinte o más años de servicios.
18. En el año en que fueron cónsules Gneo y Publio Léntulo [18 a.C.], a causa de la insuficiencia de los ingresos públicos, repartí socorros en especie a 100.000 personas y en metálico a más de 100.000, tomándolos de mis bienes y almacenes
19. Construí la Curia y su vestíbulo anejo, el templo de Apolo en el Palatino y sus pórticos, el templo del Divino Julio, el Lupercal, el Pórtico junto al Circo Flaminio -al que dí el nombre de Octavia, quien había construído anteriormente otro en el mismo lugar-, el palco imperial del Circo Máximo; los templos de Júpiter Feretrio y de Júpiter Tonante, en el Capitolio; el de Quirino, los de Minerva, Juno Reina y Júpiter Libertador, en el Aventino; el templo a los Lares en la cima de la Vía Sagrada, el de los Dioses Penates en la Velia y los de la Juventud y la Gran Madre, en el Palatino.
20. Restauré, con extraordinario gasto, el Capitolio y el Teatro de Pompeyo, sin añadir ninguna inscripción que llevase mi nombre Reparé los acueductos que, por su vejez, se encontraban arruinados en muchos sitios. Dupliqué la capacidad del acueducto Marcio, aduciéndole una nueva fuente. Concluí el Foro Julio y la Basílica situada entre los templos de Cástor y de Saturno, obras ambas iniciadas y llevadas casi a término por mi Padre. Destruída la Basílica por un incendio, acrecí su solar e hice que se emprendiese su reconstrucción en nombre de mis hijos [adoptivos], prescribiendo a mis herederos que la concluyesen en caso de no poder hacerlo yo mismo [14 a.C.]. En mi quinto consulado [29 a.C.], bajo la autoridad del Senado, reparé en Roma ochenta y dos templos, sin dejar en el descuido a ninguno que por entonces lo necesitara. Durante el séptimo [27 a.C.], rehice la Vía Flaminia, entre Roma y Ariminio, y todos los puentes, salvo el Milvio y el Minucio.
21. En solares de mi propiedad construí, con dinero de mi botín de guerra, el templo de Marte Vengador y el Foro de Augusto. Edifiqué el Teatro que hay cerca del templo de Apolo, en un terreno que, en gran parte, compré a particulares; y le dí el nombre de mi yerno, Marco Marcelo En el Capitolio consagré ofrendas procedentes de mi botín de guerra a los templos del Divino Julio, de Apolo, de Vesta y de Marte Vengador, que me costaron unos 100 millones de sestercios. En mi quinto consulado [29 a.C.] devolví a los municipios y colonias de Italia 35.000 libras de oro coronario del que me había sido ofrecido por mis triunfos oficiales. Y, en adelante, cada vez que hube de recibir una aclamación oficial como 'imperator', no quise aceptar esas ofrendas de oro coronario que se me seguían ofreciendo con la misma generosidad que antaño mediante acuerdos oficiales de los municipios y las colonias.
22. Ofrecí combates de gladiadores tres veces en mi propio nombre y cinco en el de mis hijos o nietos. En estos combates lucharon unos diez mil hombres. Ofrecí al pueblo un espectáculo de atletas, traídos de todas partes, dos veces en mi nombre y una tercera en el de mi nieto Celebré juegos, en mi nombre, por cuatro veces y otras veintitrés en el de otros magistrados. Durante el consulado de Cayo Furnio y Cayo Silano [17 a.C.] celebré los Juegos Seculares, con Marco Agripa como colega, en mi condición de presidente del Colegio de los Quince. En mi décimotercer consulado [2 a.C.] celebré, y fui el primero que tal hizo, los juegos de Marte que, a partir de entonces, siguieron presidiendo conmigo los Cónsules, en virtud de un senadoconsulto y de una ley. Bien en mi nombre o en el de mis hijos o nietos, ofrecí, por veintiséis veces, en el circo, en el Foro o en los anfiteatros, cacerías de animales de Africa, en las que fueron muertas unas tres mil quinientas fieras.
23. Ofrecí al pueblo el espectáculo de una naumaquia, al otro lado del Tíber, donde hoy está el Bosque Sagrado de los Césares, en un estanque excavado de 1.800 pies de largo y 1.200 de ancho. Tomaron parte en ella 30 naves, trirremes o birremes, guarnecidas con espolones, y un número aún mayor de barcos menores. A bordo de estas flotas combatieron, sin contar los remeros, unos 3.000 hombres.
24. Tras la victoria, devolví a todos los templos de todas las ciudades de la provincia de Asia los tesoros de que se había apropiado quien guerreaba contra mí En la Ciudad, el número de mis estatuas en plata, a pie, a caballo o en cuadriga llegó a ser de unas ochenta. Yo mismo mandé retirarlas y con su importe hice ofrendas de oro que consagré en el templo de Apolo, en mi nombre y el de quienes las habían erigido para honrarme.
25. Liberé el mar de piratas En la guerra de los esclavos capturé a casi 30.000 que habían escapado de sus dueños y alzádose en armas contra la República; los devolví a sus amos, para que les diesen suplicio Italia entera me juró, por propia iniciativa, lealtad personal y me reclamó como caudillo para la guerra que victoriosamente concluí en Accio Igual juramento me prestaron las provincias de las Galias, las Hispanias, Africa, Sicilia y Cerdeña. Entre quienes, entonces, sirvieron bajo mis enseñas, hubo más de 700 senadores, de los que 83 habían sido o serían luego Cónsules, hasta el día de hoy, y de los que 170 eran o fueron más tarde sacerdotes.
26. Ensaché los límites de todas las provincias del pueblo romano fronterizas de los pueblos no sometidos a nuestro dominio. Pacifiqué las Galias, las Hispanias y la Germania, hasta donde el Océano las baña, desde Cádiz hasta la desembocadura del Elba Mandé pacificar los Alpes, desde la región inmediata al Mar Adriático hasta el Mar Tirreno, sin hacer contra ninguno de aquellos pueblos guerra que no fuese justa. Mi flota, que zarpó de la desembocadura del Rin, se dirigió al este, a las fronteras de los cimbrios, tierras en que ningún romano había estado antes, ni por tierra ni por mar. Cimbrios, carides, semnones y otros pueblos germanos de esas tierras enviaron embajadores para pedir mi amistad y la del pueblo romano. Por orden mía y bajo mis auspicios dos ejércitos llegaron, casi a un tiempo, a Etiopía y a la Arabia llamada Feliz. En esos dos países y en combate abierto destruyeron a gran número de enemigos y tomaron numerosas plazas. En Etiopía se llegó hasta la ciudad de Nabata, cerca de Meroe. En Arabia, el ejército llegó hasta la ciudad de Mariba de los sabeos.
27. Anexé Egipto a los dominios del pueblo romano Tras la muerte del rey Artajes hubiera podido convertir en provincia la Gran Armenia; pero preferí, como nuestros mayores, confiar ese reino a Tigranes, hijo del rey Artavasdo y nieto del rey Tigranes, por mediación de Tiberio Nerón, que entonces era mi hijastro Habiendo luego querido ese pueblo abandonarnos y rebelarse, lo sometí por medio de mi hijo Cayo y confié su gobernación a Ariobarzanes, hijo de Artabazo, rey de los medos; y, tras la muerte de aquél, a su hijo Artavasdo. Cuando éste fue asesinado, envié como rey a Tigranes, que era del linaje real de los armenios. Recuperé la totalidad de las provincias que, del otro lado del Adriático, se extienden hacia el este, así como Cirene, que estaba en su mayor parte poseída por reyes, igual que antes recuperé Sicilia y Cerdeña, invadidas en la guerra servil.
28. Fundé ciudades militares coloniales en Africa, Sicilia, Macedonia, en ambas Hispanias, en Acaya, en Siria, en la Galia Narbonense y en Pisidia. En Italia hay veintiocho colonias fundadas bajo mis auspicios y que, ya en vida mía, se han convertido en ciudades pobladísimas y muy notorias.
29. Recuperé muchas enseñas militares romanas, perdidas por otros jefes, de enemigos vencidos en Hispania, en Galia y de los dálmatas. Obligué a los partos a restituir los botines y las enseñas de tres ejércitos romanos y a suplicar la amistad del pueblo romano. Deposité tales enseñas en el templo de Marte Vengador.
30. Los pueblos panonios que, antes de mi Principado, no habían visto en sus tierras a ningún ejército romano, fueron vencidos mediante la acción de Tiberio Nerón, mi hijastro y legado por entonces; los sometí al dominio del pueblo romano y amplié hasta las orillas del río Danubio las fronteras del Ilírico Bajo mis auspicios fue vencido y destruído el ejército de los dacios, que las había transgredido. Y, después, uno de mis ejércitos, llevado al otro lado del Danubio, obligó a los pueblos dacios a acatar la voluntad del pueblo romano.
31. Llegaron a mí con frecuencia embajadas de reyes de la India, lo que hasta entonces no se había visto bajo ningún otro jefe romano. Bastarnos, escitas, los sármatas que viven al otro lado del Dniéster y los más lejanos aún reyes de los albanos, iberos [caucásicos] y medos solicitaron nuestra amistad por medio de legaciones.
32. En mí buscaron refugio y me suplicaron los reyes de los partos: Tirídates y, más tarde, Fraates, hijo del rey Fraates; de los medos, Artavasdes; de los adiabenos, Artaxares; de los britanos, Dumnobélauno y Tincomio; de los sicambros, Maelo; de los suevos marcomanos, (Sigime?)ro. El rey de los partos, Fraates, hijo de Orodes, envió a Italia a sus hijos y nietos, junto a mí; no por haber sido vencido en guerra, sino para suplicar nuestra amistad entregándonos, en prenda, a sus descendientes. Un grandísimo número de otros pueblos que antes nunca había tenido relaciones diplomáticas ni tratos de amistad con el pueblo romano conocieron bajo mi Principado la probidad del pueblo romano.
33. Los pueblos de los partos y los medos recibieron de mí a sus reyes, lo que habían solicitado enviándome legaciones con sus personalidades más relevantes; los partos recibieron como rey, la primera vez, a Vonón, hijo del rey Fraates y nieto del rey Orodes; y los medos a Ariobarzanes, hijo del rey Artavasdo, nieto del rey Ariobarzanes.
34. Durante mis consulados sexto y séptimo [28 y 27 a.C.], tras haber extinto, con los poderes absolutos que el general consenso me confiara, la guerra civil, decidí que el gobierno de la República pasara de mi arbitrio al del Senado y el pueblo romano Por tal meritoria acción, recibí el nombre de Augusto, mediante senadoconsulto. Las columnas de mi casa fueron ornadas oficialmente con laureles; se colocó sobre su puerta una corona cívica y en la Curia Julia se depositó un escudo de oro, con una inscripción recordatoria de que el Senado y el pueblo romano me lo ofrecían a causa de mi virtud, mi clemencia, mi justicia y mi piedad. Desde entonces fui superior a todos en autoridad, pero no tuve más poderes que cualquier otro de los que fueron mis colegas en las magistraturas.
35. Cuando ejercía mi decimotercer consulado [2 a.C.], el Senado, el Orden de los Caballeros Romanos y el pueblo romano entero me designaron Padre de la Patria y decidieron que el título había de grabarse en el vestíbulo de mi casa, en la Curia y en el Foro de Augusto y en las cuadrigas que, con ocasión de un senado consulto, se habían erigido en mi honor. Cuando escribí estas cosas estaba en el septuagesimosexto año de mi vida.
Traducción: G. Fatás.
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Quizzes de historia |
A continuación os propongo que probeis vuestros conocimientos sobre historia en estos cuestionarios:
Historia de España. Con las siguientes categorías:
2. La península ibérica en la Edad Media: Al Andalus
3. La península ibérica en la Edad Media: Los Reinos Cristianos
4. La Baja Edad Media: La crisis del siglo XIV y XV
5. Los Reyes Católicos: La construcción del Estado Moderno
6. La España del siglo XVI
7. La España del Barroco
8. La España del siglo XVIII

Historia Contemporánea Universal. Incluye:
2. Textos históricos
3. Personajes
4. Acontecimientos
Visto en historiasiglo20.org
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Victoria Pírrica |
Según el diccionario de la Real Academia, pírrico es el triunfo o victoria obtenidos con más daño del vencedor que del vencido.
Existía, al comienzo del siglo III a.C. un pequeño territorio al oeste de Grecia, el Epiro, habitado por los molosos, un pueblo en extremo belicoso, que había hecho de la guerra su forma de vida. Su rey se llamaba Pirro.
Pirro y sus molosos intervenían en todos los conflictos que se le ponían por delante en la Grecia posterior a Alejandro.
Fracasado su intento de conseguir el trono de Macedonia se retiró al Epiro... hasta que recibió la llamada de Tarento. Era ésta una colonia griega del sur de Italia, amenazada por los romanos.
Y así, salió el ejército moloso hacia el sur de la península italiana. Incluía aquél "veinte elefantes, tres mil caballos, veinte mil infantes, dos mil arqueros y quinientos honderos".
Atravesando el mar Jónico una tempestad acaba con buena parte del convoy. Con lo puesto, llegan a Tarento. Rehace su ejército con refuerzos de hombres, caballos y elefantes traídos de Grecia, y se enfrenta por primera vez a los romanos, sonriendo la victoria a los molosos sobre todo por el pánico que a los romanos les produjo la visión de los elefantes. De todas formas, la victoria salió cara: Pirro estuvo a punto de morir, cosa que sí hicieron trece mil de sus molosos por unos quince mil romanos.
Al poco, se produce una segunda batalla. También acabó en tablas. A los romanos se les había pasado el miedo enfrentarse a los elefantes a partir de que un soldado matara uno de ellos cortándole la trompa. Tras esta segunda batalla, los dos ejércitos se retiraron. Cuando alguien del círculo de Pirro se acerca para felicitarle por la victoria, éste exclama "sí, con una sola vez más que venzamos a los romanos, estaremos acabados sin remedio".
Es de aquí de donde viene el dicho "victoria pírrica" que, aplicado a cualquier litigio, implica para el ganador un beneficio escaso, desproporcionado al costo invertido, no superior al perjuicio causado al contrario.
Hubo un tercer enfrentamiento, y aquí sí fue derrotado estrepitosamente (a la tercera fue la vencida). Y también fueron los elefantes los protagonistas ya que, en un momento decisivo de la batalla, asustados, se volvieron contra sus propias filas, causando un gran desastre.
"Creo haber nacido bajo el signo de Hércules, pues las cabezas cortadas a mis enemigos renacían de su propia sangre", dicen que dijo Pirro como excusa.
José Antonio Monge."Victorias pírricas".La Aventura de la Historia, Nº 1.
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El Saludo: El apretón de manos |
Normalmente, en la cultura occidental, cuando saludamos a alguién le damos un fuerte apretón de manos, pero, a igual que otras muchas otras cosas de nuestra vida diaria, tiene un origen que, en la mayoría de los casos, desconocemos. Al parecer, el apretón de manos podemos interpretarlo desde dos orígenes distintos, Un de ellos en Oriente.
Resulta interesante saber que el apretón de manos no es producto de la sociedad moderna, ni tampoco exclusivo del mundo Occidental. Su origen se remonta a más de 5 mil años en el pasado, atestiguado por los jeroglíficos egipcios que representan pactos y arreglos entre hombres y deidades que, solemnemente, aprietan sus manos en señal de acuerdo. Sin embargo, uno de los antecedentes históricos más importantes proviene de Babilonia hace casi unos 4 mil años, más exactamente sobre el 1800 a.C. Durante la festividad de Año Nuevo, el monarca babilonio debía realizar un cortés acto de sumisión ante Marduk. Este acto consistía en dirigirse hacia la estatua de dicha deidad y, en señal de respeto, estrechar su mano. Este acto, que originalmente significaba el traspaso o conferencia de poder se vio modificado tras una gran guerra. Cuando los asirios invaden Babilonia, sus reyes, quienes se ven obligados a continuar con dicho acto como señal de respeto para evitar que el pueblo conquistado se rebele, empiezan a estrechar la mano de Marduk. Prontamente los asirios comenzarían a creer que esto era una tradición general y la adoptarían difundiéndola como suya por todo Oriente Próximo.
En Occidente, el origen podemos encontrarlo en la cultura greco-romana con un significado más práctico. En Grecia y Roma se estilaba a saludar estrechándose las manos pero de manera diferente de como lo hacemos hoy día. Allí se estrechaba agarrando la muñeca de la otra persona y apretando fuerte. Esto, si bien tanto en la Grecia post-homérica como en Roma se convirtió en una costumbre, viene de un ritual muy antiguo. Cuando en las primeras etapas de Grecia, marcada por varios dialectos y subculturas, se encontraban dos aldeanos de pueblos diferentes en el medio del campo, o viajeros en los caminos desolados, lo primero que hacían era retirar sus dagas y ver como reaccionaba la contraparte. Si ésta mostraba signos de no querer pelear se procedía a guardar la daga y agarrar fuertemente la muñeca derecha del contrincante -en señal de que uno no retiraría su daga y lo apuñalaría a traición-, entonces ahí, podrían dialogar tranquilamente y saber si la otra persona tenía algo para intercambiar o comprar.
Visto en Anfrix
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El Brindis |
Según la R.A.E:
Brindis. (Del al. bring dir's, yo te lo ofrezco). m. Acción de brindar con vino o licor. || 2. Palabras que se dicen al brindar.
Por tanto el término tiene un origen alemán. Parece ser que nació en el siglo XVI, teniendo como motivo la celebración de una victoria del ejército de Carlos V más concretamente el Saco de Roma en 1527. Lactancio, caballero mancebo de la corte del Emperador, convencerá a su interlocutor, el arcediano del Viso, testigo del saqueo, de que el Emperador ninguna culpa tuvo en ello y de cómo Dios lo permitió por el bien de la cristiandad.
Tras victoria, los mandos militares llenaron sus copas de vino, las alzaron al frente y dijeron "bring dir's" (yo te lo ofrezco) dirigiéndose al Emperador, dando lugar a la tradición de brindar en una celebración.Éste sería el orígen del término, pero no el de la acción que hemos de buscarlo en la Antigüedad, más concretamente en la Grecia del siglo IV a.C. Al parecer, ya entre los helenos encontramos acciones que nos recuerdan a la acción actual.
En los symposium (banquetes) que la aristocracia organizaban para su deleite o en honor de alguien, los criados servían las copas a los invitados y el anfitrión alzaba su copa y tomaba un trago, haciendo ver que aquella bebida era buena y no tenía veneno alguno. En la época, y posteriormente, el envenenamiento, especialmente por arsénico entre otras sustancias, era un método habitual y eficaz para la eliminación de enemigos. Incluso, al parecer, al rey Mitrídates del Ponto le asustaba tanto esta idea que mandó que le sirvieran diariamente una pequeña cantidad de esta sustancia, llegando a desarrollar cierta inmunidad.
Chocar las copas también tiene su origen en la antigua Grecia. Una manera de reducir las tensiones entre dos personas era la de mezclar un poco del contenido de los dos vasos, ante la posibilidad de que el vaso del invitado portase veneno. Posteriormente, surgió la costumbre de golpearlos uno contra el otro, para que las gotas de cada recipiente se intercambiaran y así, si cualquiera de ambas bebidas contenía veneno, este quedaría repartido en ambas copas.
Otra hipótesis sobre el choque de copas tiene una explicación mitológica. Se dice que Dionisos (o Baco), el dios del vino, entraba en sopor a causa de sus borracheras sobrehumanas. Por eso era necesario que los bebedores chocaran las copas y así, despertar al dios e invocar su protección.
Existe una hipótesis que tiene como origen la sociedad greco-latina, donde, en los habituales banquetes y fiestas, siendo éstos de tal la magnitud, que los comensales solían levantar y golpear sus copas para llamar la atención de los sirvientes y para que les sirvieran de nuevo más bebida.
También otra, esta de origen árabe pre-musulmán, se refiere al placer de los sentidos. Antes de la invención del brindis, los bebedores gozaban del perfume del vino, paladeaban su sabor, admiraban el color a trasluz y sentían su calidez a través de la copa. Faltaba el oído para que la satisfacción otorgada por el vino fuera completa. Entonces, un árabe de la corte de Harún al-Rasid tuvo la idea de chocar las copas en el acto del brindis, para evocar los deleites de la música. Y así los cinco sentidos se ponen en juego en el momento cálido, festivo o erótico del brindis.
Además cabe destacar que sobre el siglo XIV los brindis adquirieron mucha popularidad en Occidente, y se hizo costumbre que durante un banquete, cada copa debía ser dedicada a alquien. Una manera de insultar directamente a un comensal era omitir un brindis en su honor.
También es costumbre también a la hora de brindar decir alguna palabra o expresión como salud, cheers, proischt, saude, salute, santé, etc.