Hobsbawm contra el MI5


El investigador de la Historia se enfrenta a muchos problemas a la hora de recopilar datos. Por citar algunas, unas veces está presente la limitación de sus medios, otras a una posible destrucción u ocultación de importantes fuentes y en otros casos por la misma legislación existente.

Me hubiera gustado escribir un artículo acerca de la legislación que censura en Francia sobre algunos trabajos que van en contra de lo que dicen unos u otros políticos qué hay que se puede decir sobre esto y sobre aquello, y establecen, como el Papa, dogma de fe en su "verdad" histórica cerrando el debate so pena de apertura de un proceso judicial. Temporalmente lo dejo en el tintero, ya que me quiero hacer eco de esta noticia.

Este y otros muchos casos son ejemplos de los obstáculos a los que se enfrentan los investigadores a la hora de abordar cuestiones acerca de la historia reciente, y posiblemente más tratándose de un siglo tan convulso como es el siglo XX.

Según el diario británico The Guardian, al celebérrimo historiador Eric Hobsbawm, le ha sido negada la consulta de su expediente en el MI5 -al servicio de Su Majestad- cuando el historiador lo solicitó, acogiéndose a la Ley de Protección de Datos en 2007, con objeto de hacer las correcciones pertinentes en su autobiografía publicada en 2002, Años Interesantes: Una Vida en el Siglo XX, donde repasa su vida, pasando por sus años de universitario izquierdista, su vinculación con la sociedad secreta "Los Apóstoles de Cambridge" o su militancia en el CPGB en el Reino Unido de la preguerra y posteriormente de la Guerra Fría que fueron motivos suficientes, en aquella época, para ser investigado por el servicio de espionaje interior británico.

Los servicios secretos tienen la obligación en virtud a la ley, de examinar las solicitudes de acceso a estos datos, pero la Ley de Libertad de Información no se aplica al MI5 y al MI6 de la misma manera que a otras bases de datos, debido a motivos, entre otros, de "seguridad nacional", aunque hayan sido liberados expedientes de personajes ya fallecidos como el de George Orwell. Posiblemente, determinados temas que hayan podido abrir heridas, es mejor no tocarlos hasta que la medicina del tiempo las haya cerrado, como indicó el historiador "La única razón que se me ocurre es que no quieren revelar quién me delató a las autoridades".

La respuesta que recibió Hobsbawm a su solicitud sería algo así como "Hemos llevado a cabo una búsqueda en los registros del Servicio de Seguridad y hemos determinado que el servicio no posee ningún dato personal a la que tienen derecho a acceder mediante la sección 7 de la ley. No debe concluir de nuestra respuesta que poseamos o no cualquier dato personal sobre usted"

Esto lleva a hacerse varias preguntas en el supuesto caso que el MI5 tenga datos del historiador -algo probable ya que como indicó Lord Lipsey, consejero especial del primer ministro James Callaghan durante los años setenta,"los servicios de espionaje estaba ansiosos por recabar información sobre los comunistas -entonces un partido que no representaba una amenaza para nadie- mientras obviaban a las sectas trotskistas que sí encarnaban una amenaza potencial para la seguridad nacional"-. En primer lugar ¿Cuán limitado está el trabajo de historiador al acceso de las fuentes de información? En este caso estamos ante la solicitud de Eric Hobsbawm, que no es ningún "mindungui". Personajes como Winston Churchill, Clement Attlee, Karl Popper o Sir Alec Guinness forman parte de la exclusiva Orden de Compañeros de Honor, Hobsbawm está entre ellas además de haber recibido otros reconocimientos académicos y extraacadémicos a lo largo de su carrera, pero hoy, su solicitud se le deniega por motivos de "seguridad nacional".
La siguiente pregunta que me suscita esta noticia sería ¿Cuán limitada es la transparencia, y más aún acerca de datos privados, que existe en un Estado que se define democrático? Paradójicamente la utilización de datos personales está a la orden del día, se comercializa con ellos legal, ilegal o alegalmente; cualquier empresa puede tenerte "fichado" en su base de datos para bombardearte con publicidad aunque desconozcas la fuente de la que lo extrajo, pero por otro lado, qué difícil es acceder a la información, por mucha legislación que exista, cuándo decides preguntar ¿qué sabe usted de mí -no de un tercero-? siempre existirá una argucia legal o un tortuoso camino lleno de trabas burocráticas que impedirán que consigamos una respuesta o la eliminación real de nuestros datos.
Otra pregunta que me hago es ¿Cuán vivo está todavía en los Estados democráticos capitalistas esa vigilancia, esa guardia permanente y encubierta heredera del macartismo ante cualquier mínima sospecha de subterfugio que sea susceptible en convertirse en una amenaza contra el orden establecido cuando la libertad y la democracia son máximas reivindicadas por el bicolor político gobernante? Es perfectamente comprensible que la investigación de una actividad terrorista o una trama delictiva de cualquier índole sea investigada en secreto con el fin de conseguir la máxima eficacia en las pesquisas, pero esto es distinto. Desconocemos hasta qué punto podemos estar observados por el ojo del Gran Hermano, incluso pensamos que eso es imposible ya que no hacemos nada malo pero la evidencia está, por ejemplo, en las calles en forma de cámaras que velan por nuestra seguridad. En este caso Hobsbawm solicita acceder a los datos supuestamente recopilados por el MI5, en otra época, en relación a la supuesta investigación llevada a cabo sobre sus actividades políticas aunque, citando sus palabras, "hasta donde alcanza mi conocimiento, nunca he estado implicado en ningún asunto que concierna a la seguridad del país", y esto suscita la última pregunta que voy a comentar ¿hasta qué punto sigue vivo el miedo a los fantasmas del pasado para que sean considerados hoy asuntos de seguridad nacional?

La noticia también es comentada en ABC, El País o La Bitácora de Hobsbawm.

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