Fue principalmente Marco Polo quien trajo a Europa noticia de los hashshashin o nizaríes, un grupo armado especializado en el asesinato político activo entre los siglos VIII y XIII, y quien popularizó la leyenda pudiendo dar origen al nombre de asesinos con el que la secta pasó a la historia en occidente. Este término al igual que como muchos otros datos sobre la secta procede de sus numerosos enemigos, ya que la mayor parte de la documentación nizarí fue destruida con el castillo de Alamut “el nido de las águilas”.
Se trató de un sector de la comunidad religiosa ismailí cuyo gran centro de poder estaba en el califato Fatimí de El Cairo. En 1090, amenazados por las persecuciones, y dirigidos por el carismático Hasan-i Sabbah, tomaron la fortaleza de Alamut, una posición inexpugnable en los montes Alburz al sur del Mar Caspio, que se convertirá en su principal y más conocido bastión. Además lograron apoderarse de muchas otras plazas fuertes e inexpugnables en las zonas de Siria e Irán llegando a conformar una red con una fuerte cohesión y buena comunicación, llegando, según algunos autores como W.C. Bartlett, a formar un auténtico Estado ismailí.
Desde estos puntos, los ismailíes extendieron una gran labor de proselitismo por Irán y Siria llegando a convertirse en una seria amenaza a los ojos de los sultanes turcos Selyúcidas; los cuales, emprenderán varias campañas militares contra los ismailíes, que resultarán infructuosas.
Los ismailíes se tomarán la revancha comenzando una serie de auténticos atentados contra dirigentes políticos o militares. Una de sus primeras víctimas será el visir Nizam al-Mulk en 1092.
En 1094, con la muerte del califa fatimí, y líder del ismailismo, Al-Mustansir, estallará una guerra de sucesión entre sus hijos Musta'li y Nizar.
Nizar recibirá el apoyo de Hasan-i Sabbah y los ismailíes de Irán siendo éste derrotado y, a consecuencia, sucederá una división entre los seguidores de Hasan-i Sabbah y la mayoría de los ismailíes. A partir de este momento, los ismailíes de Irán serán conocidos como nizaríes.
El término nizaríes es quizá el nombre más neutro. La secta solía también llamarse a sí misma al-da'wa al-yadīda (الدعوة الجديدة), que en árabe significa la Nueva Predicación o Nueva Doctrina, y los que realizaban acciones armadas se llamaban a sí mismos fedayín (fidā'iyyīn, pl. de fidā'ī), esto es, "los que están dispuestos a dar la vida por una causa”.
Aún suponiendo una minoría, los nizaríes consiguieron ganarse el temor de sus enemigos a través de un gran número de atentados de tinte político buscando el terror y el magnicidio, llegándose a encontrar en su lista de objetivos Saladino al cual intentaron dar muerte cuando se encontraba en el Asedio de Alepo en 1176. El famoso personaje, respondió asediando la posición nizarí siria de Masjaf, pero acabó desistiendo. Sea cómo fuere, el caso es que desde entonces, Saladino, mantuvo buenas relaciones con los nizaríes.
La mayoría de sus víctimas serían musulmanes, y, quizá por esta causa una de las pocas fuentes cristianas que nos hablan de esta secta será Marco Polo. El viajero veneciano habla de los nizaríes en sus relatos de viajes, y asegura haber visitado Alamut en 1273, lo cual es obviamente falso ya que la fortaleza fue destruida en 1256 por los mongoles. De Marco Polo procede también la leyenda de los guerreros drogados con hachís en el falso paraíso.
Un siglo antes, otro viajero menos conocido, el judío navarro Benjamín de Tudela, mencionaba la secta de los asesinos y a un jefe llamado "el viejo", aunque afirma que su sede principal era Kadmos y no Alamut.
“El Viejo” del que nos habla Benjamín de Tudela, no es otro que el ya mencionado Hasan-i Sabbah, llamado también “el Viejo de la Montaña”, líder de la secta es su época de auge. Este precedente medieval de Osama bin Laden, con quien se le ha comparado, era artífice de una gran producción intelectual, poseedor de un carácter piadoso y austero y, diversos autores junto con los actuales ismailíes, enfatizan en su convicción y su genio militar.
Aunque los nizaríes siguieron existiendo tras su muerte en 1124, y desde varios puntos de vista los aspectos más importantes de la secta son posteriores al carismático líder.
Tanto Hasan-i Sabbah como sus predecesores en la dirección de la secta residieron en otros lugares aparte de Alamut, y muchos de ellos heredaron el apelativo de "viejo de la montaña". El apelativo, según apuntan muchos autores, viene del tratamiento como shayj, que etimológicamente significa "anciano" (en el sentido de "venerable"), y que forzosamente residían en la montaña pues las fortificaciones nizaríes se construían en lugares escarpados para defenderse mejor de sus múltiples enemigos.
Algunos de sus asesinatos más famosos son obra de los sucesores de Hasan, entre los que se encontraban Buzurg Ummid ("Gran esperanza"), y tras él su hijo Muhammad I, en 1138.
Los nizaríes conforman una rama minoritaria del ismailismo, que es a su vez rama minoritaria del chiísmo, y éste rama minoritaria del Islam. Los ismailíes, en su conjunto, eran percibidos por la población (mayoritariamente sunní) como la heterodoxia dentro de la heterodoxia, lo que explica que la mayor parte de la documentación que existe sobre la secta dé a entender que su carácter islámico era solamente aparente. Se suele insistir en su aspecto batiní, esto es, esotérico, y se dice que incluso llegaron a negociar con el rey Amalrico I de Jerusalén su conversión al cristianismo por razones de conveniencia, pretensión que habría sido abortada por los Templarios.
Como relación, cabe mencionar que se acogían con frecuencia a la taqiyya, gracias a la cual, se les permitía ocultar su auténtica filiación religiosa con el fin de sobrevivir e incluso renegando de su fe si era necesario.
Muestra de esta heterodoxia la podemos encontrar en 1162, cuando Hasan II sucede a su padre Muhammad I. Bajo su mandato, en el mes de Ramadán de 1164, anunció, en nombre del Imam oculto, que había llegado el momento de la "gran resurrección" (qiyama), con lo que ya no tenía sentido cumplir las prescripciones musulmanas ni seguir la sharia. Prohibió el ayuno y alentó a los fieles a beber libremente alcohol, poco después, será asesinado por un partidario de la vieja doctrina. En palabras de Henry Corbin: “lo que implicaba era nada más ni nada menos que el advenimiento de un puro Islam espiritual, liberado de todo espíritu legalista, de toda servidumbre a la Ley: una vía personal hacia la Resurrección que es nacimiento espiritual, en la medida en que hace descubrir y vivir el sentido espiritual de las revelaciones proféticas”.
Su hijo y sucesor Muhammad II siguió sus pasos de su padre, y el hijo de éste, Hasan III en 1210, sería quien pondría fin a esta herejía dentro del Islam, decretando seguir los rituales sunníes y no los chiíes.
Los homicidios políticos ejecutados por los nizaríes pretendían ser ejemplificadores llevándose a cabo a plena luz del día y con la ayuda de dagas, espadas venenos…, cuando la persona objeto del atentado estaba rodeada de público, lo que suponía que el asesino era capturado y ajusticiado invariablemente tras cometer su asesinato, una auténtica “propaganda por el hecho” que otros autores colocarán como apelativo a otras acciones terroristas contemporáneas.
El arrojo y el encarnizamiento otorgado a los homicidas por las fuentes de la época, los atribuyen a que los magnicidas, que sabían que no saldrían vivos de su acción, consumían hachís o quizá otros estupefacientes antes de realizar su acción, y otras atribuyen el uso de drogas para la captación de personas destinadas a matar a los oponentes políticos utilizando la siguiente argucia: drogaba a los aspirantes a integrarse en la secta, quienes despertaban en un hermoso y secreto vergel, en el castillo se Alamut, «el jardín más vasto y soberbio que jamás se vio», según Marco Polo. Rodeados de huríes danzantes, frutas, manjares, agua, frescor…, todo cuanto un humano podía soñar en aquella época encontrarse en el Paraíso. Luego se les narcotizaba de nuevo para tornar al castillo y prometerles que cuanto habían vivido era una minucia comparado con lo que se podía esperar de en caso de morir en pro de la causa.
Realmente, como apunta W.C. Bartlett, la relación de los nizaríes con el hachís no está atestiguada y muchos investigadores la consideran poco probable, argumentando que se les definiera como hashshashin de forma genérica y posteriormente tomara ese sentido, forjándose la leyenda, al fin y al cabo, parece lógico que para llevar a cabo este tipo de misiones que se les encomendaba, los fida’i requiriesen de todos sus sentidos estuvieran a pleno rendimiento y no tiene mucho sentido que realizaran sus misiones en estado de embriaguez.
El término hashshāshīn, plural de hashshāsh "consumidores de hachís", era utilizado en la época para definir a gentes de vida marginal, no necesariamente a criminales. Así es como se conoció a estos “mártires”, al precedente de asesino, con el significado de "homicida" en las lenguas occidentales el vocablo fue trasladado por los cruzados y llegó también al francés, assassin; al italiano y al portugués, assassino.
Amin Maalouf, contesta esta etimología argumentando que la palabra asesino procede de asāsiyyīn "fundamentalistas".
Otra etimología distancia aún más ambos significados. Se refiere ésta a hashshāshīn, como forma de nombrar a los seguidores de Hasan-i Sabbah, “el Viejo de la Montaña”.
Su nombre se usó por primera vez en español hacia el año 1300 y su escritura tuvo numerosos cambios durante cuatro siglos registrándose variantes como anxixín, assesino, asesigno, acecino, assasino y assesino, hasta que fue adoptado en su forma definitiva en el siglo XVIII.
A partir del siglo XIII, poco a poco la fuerza de la "secta de los asesinos", fue diezmada por el enfrentamiento con poderosos enemigos. El sultán mameluco Baybars, se hizo con el último baluarte nizarí en Siria en 1273 mientras que Khur Shah debe hacía frente desde 1255 al avance de las tropas mongolas dirigidas por Hulagu Khan, nieto de Gengis Khan, dispuesto a arrasar Oriente Medio
El poderío de los Hashshashin terminó cuando atacaron en su último aliento al señor mongol Hulagu Khan, quien los destruyó. Corría el año 1256, el entonces jeque de Alamut, Rukn al-Din Khurshah, resistió unas semanas el asedio, pero finalmente hizo caso de su asesor Narîroddîn Tûsi y rindió la fortaleza a los ejércitos de Hülegü, poniéndose a su servicio. Pero éste, tras conquistar el resto de bastiones nizaríes, lo asesinó junto con toda su familia y su séquito.
Hoy en día, como comenta W.C. Barlett, todavía subsisten algunas comunidades nizaríes en zonas de la India fruto del proselitismo llevado a cabo en un cierto resurgir de la secta durante el siglo XV.
Actualmente, estos nizaríes de la India reciben el nombre de khodjas y su principal exponente será el descendiente del hijo de Khur Shah, huído de la masacre mongola.
FUENTES
W.C. BARLETT. Los Asesinos. Barcelona. Crítica. 2006.
H. CORBIN. Historia de la Filosofía Islámica. Madrid. Trotta. 1994.
Los Nizaríes
Manuel Nonídez
Wikipedia
IMÁGENES
Vestigios de la fortaleza de Alamut
Hasan-i Sabbah. En una representación cristiana.
Ejecución por un fida’i.
Persa fumando hachís.
Soboul. "Historia de la Revolución Francesa"
Hace 15 años
0 comentarios:
Publicar un comentario