Zaragoza es la ciudad por excelencia en el territorio aragonés. Una ciudad de un marcado carácter rural, un pueblo grande con una población activa dedicada principalmente a los servicios. La capital aragonesa, dejará de ser un pueblo grande a partir de 1900, gracias a la modernización de la actividad económica y, por tanto, de la vida urbana. De la relativa “sociedad inmóvil” de los últimos años del siglo XIX, Zaragoza vive transformaciones, manifestándose con claridad cambios sociales en las relaciones, en la dominación y en el proceso de diferenciación y separación socio-espacial.
Zaragoza muta debido a consecuencias históricas como la crisis agraria finisecular, la adaptación a la nueva realidad tras 1898, la implantación del ferrocarril, la incipiente industrialización… entre otros hechos de una larga lista que irá condicionando la nueva configuración de la sociedad. Y para la modernización de una ciudad como Zaragoza, su entrada en el nuevo mundo capitalista e industrializado, se deben conjugar tres factores fundamentales: Debe existir cierto grado de industrialización, urbanización y educación.
La industrialización será el factor clave para la modernización. Según Rostov, para considerar que una ciudad ha entrado en el capitalismo, ésta debe tener un crecimiento sostenido del PIB de un 7% durante 10 ó 15 años. En Zaragoza, la sustitución de cultivos -con el caso de la remolacha frente a la vid y el olivo- será el proceso clave para generar plusvalías tras la pérdida de las últimas colonias. Según Bisecas, las inversiones en la nueva industria azucarera aragonesa saldrán de los bolsillos de los viejos empresarios harineros azotados por la crisis finisecular.
Se puede analizar el proceso de industrialización zaragozano, extrayendo tres ciclos. La primera fase alcista (1899-1904) marcará las líneas maestras de la futura industrialización urbana. En esta fase, la industria azucarera será el buque insignia de la industrialización, de aquí saldrán los capitales que posteriormente serán invertidos en otras industrias, como la producción de alcoholes industriales derivados de la producción azucarera; o la industria química, con los intereses de propietarios agrícolas y harineros, que recuperarán progresivamente el mercado catalán. El sector eléctrico minero, será la segunda fuerza industrial: aparecerán pequeñas empresas dedicadas a la producción de energía eléctrica que verán su fusión en 1911 con la creación de Eléctricas Reunidas de Zaragoza. Por otro lado, comenzará la extracción industrial de carbón y lignito, con el tendido de ferrocarril Utrillas-Zaragoza para su extracción y distribución, pero, verá su auténtico auge en la etapa posterior. También aparecerán fundiciones y talleres dedicados a los transformados metálicos.
La segunda fase alcista (1910-1913), vendrá por el aprovechamiento de la coyuntura bélica de la Gran Guerra. Tanto el sector azucarero, la producción de alcoholes, la extracción de lignito y carbón y el sector metalúrgico que vivirá una gran expansión con la producción de productos de orientación militar, verán acrecentados sus beneficios ante el aumento de precios y la escasez en un hambriento mercado europeo. La acumulación de capitales, por parte de empresarios e industriales favorecidos por la coyuntura, verá salida en la inversión con la creación de la banca regional naciendo, en 1910, el Banco de Aragón o el Banco Zaragozano.
La tercera fase alcista (1923-1931), dará pie a una nueva generación de la industria azucarera, un impulso al sector energético y al financiero; pero, el de mayor importancia será el sector de la construcción. El impulso se debe a la gran demanda de vivienda y obras públicas, ante el aumento demográfico, haciéndose necesario el crecimiento urbano de la ciudad, arrastrando consigo el desarrollo de industrias dedicadas a la producción de material para la construcción.
El aspecto educativo se mide por la facilidad de acceso a las enseñanzas primarias. Zaragoza desarrolla un aumento del grado de escolarización del 50 al 70% de finales del XIX a la coyuntura bélica de la I Guerra Mundial. Aumentó el número de escuelas y la calidad de la enseñanza pasando de escuelas unitarias a graduadas.
En 1901 nace el Ministerio de Instrucción Pública, pasando, el sistema educativo, a ser responsabilidad del gobierno central. Desde finales del XIX, se introdujeron enseñanzas técnicas -con intereses de empresarios e industriales- como la Escuela de Artes y Oficios o la Escuela de Comercio.
El último aspecto es el de la urbanización. Zaragoza, verá modificada su morfología ante las nuevas realidades y necesidades. La capital aragonesa, cambió muy poco su aspecto desde la Baja Edad Media al siglo XIX. Durante este siglo, la población pasó de unos 35.000 a 100.000 habitantes ocupando la misma extensión, con lo que era evidente el hacinamiento, los problemas de tránsito y de higiene. Se pueden citar tres líneas generales de transformación del área urbana.
La primera durante los años 60 del XIX -hasta 1866-, tendría como objetivo la alineación o reforma interior del casco urbano, no siendo un auténtico plan de ensanche. Destaca la introducción del ferrocarril con las estaciones en ambas riberas: la de Campo Sepulcro y la del Norte, que se adaptarían a las necesidades de la burguesía mercantil; y, la reforma del eje central con la apertura de la calle Alfonso. El arquitecto municipal J. Yarza presentaría el Plano General de la Ciudad de Zaragoza en 1861, un proyecto que contaba con la exposición de futuras reformas.
A finales del XIX, se proyectará el ensanche burgués, con un proyecto de expansión hacia el sur y la simple construcción del vial del paseo de la Independencia. Las reformas se paralizarán limitándose sólo al casco histórico ante los problemas económicos del ayuntamiento.
Las primeras décadas del XX, verán la inevitable expansión de Zaragoza al extrarradio. Factores como el aluvión de nuevos pobladores llegados de las zonas rurales y el proceso de traslado industrial de los cursos de agua a las vías de comunicación, carretera o ferrocarril, con el desarrollo de las nuevas energías. El extrarradio crecerá mucho más rápidamente que el ensanche y la inexistencia de una regulación dará lugar a una desordenación y a la especulación de los propietarios de los terrenos conseguidos tras las desamortizaciones. El nuevo proletariado habitará en barrios obreros cerca de los lugares de trabajo, como los barrios de Jesús, Delicias, y San José en las principales salidas de la ciudad.
Por otra parte, el ensanche al sur sigue avanzando con la culminación de Independencia y la apertura en 1900 del Paseo de Sagasta, vía que unirá Torrero con el centro, ahora ubicado en la plaza de Aragón y desde el que la urbanización se expandirá de forma radial a partir de 1914.
Despierta la conciencia de ordenación urbana con proyectos en 1904-06 -Anteproyecto del Ensanche de la Ciudad de Zaragoza de Alberto Casañal- que contemplaba la apertura de vías hacia el centro y el cubrimiento del Huerva. Pero la racionalización llegará durante la dictadura de Primo de Rivera con la Ley de 1921 y el Estatuto Municipal de 1924 que obliga a los ayuntamientos a la elaboración de proyectos de urbanización. De esta ley nacerá el Plan de Ensanche de M. A. Navarro o el proyecto de las “casas baratas” promocionado por el Ayuntamiento.
El rápido crecimiento de esta etapa transformará Zaragoza aunque continuará conservando rasgos y tradiciones rurales, traídas y mantenidas por el aluvión de emigrantes provenientes del medio rural que habían sido expulsados por la crisis agraria finisecular y atraídos por las oportunidades de trabajo que les brindaban las nuevas actividades en la ciudad, habitando zonas de una Zaragoza con una marcada diferenciación social en su distribución. La capital aragonesa conservará una imagen semirrural como uno de sus rasgos principales.
BIBLIOGRAFÍA
E. FERNANDEZ y C. FORCADELL “Crecimiento Económico, Diversificación Social y Expansión Urbana en Zaragoza 1900-1930” VII Coloquio de Historia Contemporánea de España.
IMÁGENES (por orden)
Cartél de fiestas y ferias a Nª Sra. del Pilar. 1907.
Ferrocarril Utrillas Zaragoza.
Escuela de Artes y Oficios.
Plano General, Dionisio Casañal, 1879
Para saber más
Zaragoza en el Siglo XIX
Soboul. "Historia de la Revolución Francesa"
Hace 15 años
1 comentarios:
Zaragoza volverá ahora a ser referente en Europa tras la Expo.
Por mucho que digan, el urbanismo, la movilidad y la actividad cultural de Zaragoza en esta legislatura, hará de esta ciudad un símbolo.
Lo malo es que la derecha política y mediática prefiere el descrédito de su ciudad para gobernarla, a trabajar junto al equipo de gobierno para hacer, todavía, una Zaragoza mejor en estos años tan relevantes.
Enhorabuena por el blog.
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