Hace unos días publiqué el Manifiesto por una Lengua Común, presentado por Fernando Savater y Mario Vargas Llosa entre otros. Hoy, gracias a un comentarista -ya que debido a diversos motivos estoy algo alejado de mi actividad bloggera- voy a publicar la contrapartida a dicho manifiesto.
El Manifiesto en apoyo al plurilingüísmo, que lleva como nombre "Nuestras Lenguas Comunes", es una reacción al anterior.
Desde el momento que me hice eco del primer manifiesto, supe que esto iba a traer cola, pues en la España actual existen heridas abiertas que arrastran problemas de décadas, e incluso podríamos remontarnos más atrás.
Intelectuales como Álvarez Junco ya mostraron su opinión acerca de la controversia despertada por el manifiesto anteriormente a éste que citaré a continuación.
En un ejercicio de "clarividencia", pero sin trucos ni artes ocultas, quise ser observador de los acontecimientos de uno de esos "asuntos pendientes" que aqueja el país: los nacionalismos, que junto a otros rescoldos de lo relacionado con la guerra del 36 y su posterior etapa dictatorial, son, quizá, los ámbitos donde la polémica y la crispación están aseguradas.
Mi afán empírico, y siempre desde la máxima objetividad que me permite mi condición humana y como sujeto en relación directa con el objeto acerca de esta observación, me llevó a poner en práctica este experimento cuyo efecto a la causa fue tempranamente observable en forma de comentarios en el anterior post. A escala oficial, como le corresponde a los contestatarios del Manifiesto anteriormente publicado, sólamente le ha costado unos días a la parturienta reacción dar a luz tras salir de cuentas.
Este manifiesto que sigue a continuación arremete contra el anterior mostrando otros punto de vista distintos y existentes acerca del tema abordado.
Se observan diferencias sustanciales y analizables desde un punto de vista político y sociológico sobre las razones que llevan a los distintos grupos a exponer sus argumentos, como la aceptación de la Constitución de 1978 o su necesidad de revisión, las distintas interpretaciones del artículo 139.1 y la distinta sensibilización ante la defensa de las distintas lenguas nacionales sobre los distintos territorios.
Quepa ésto como simple prueba de una observación acerca de uno de estos asuntos, que considero de difícil solución en España, y sobre un tema como es el de los nacionalismos -que está en directa relación- que considero uno de los esenciales para entender la situación actual del país.
A continuación el Manifiesto:
Asistimos en estos días a una nueva oleada de nacionalismo lingüístico español de la que el principal botón de muestra es el Manifiesto por la lengua común que ha promovido una veintena de intelectuales de prestigio. El texto en cuestión se asienta en certezas que nacen de aquello que, al parecer, no puede someterse a discusión, como ocurre, por lo demás, en muchos ámbitos de la vida de un Estado que presume de su condición democrática. En las disputas correspondientes adquiere singular relieve la Constitución de 1978, producto de un pacto en el que, en ámbitos sensibles como éste, se impusieron normas sin recabar la opinión de los afectados. Aun en el caso de que aceptásemos la condición inequívocamente democrática del referendo constitucional de aquel año, habría que preguntarse si tres decenios después no es legítimo reclamar, en sentido bien diferente del que invocan los promotores del manifiesto mencionado, una revisión de las normas entonces instituidas. Las cosas como fueren, es significativo que la nueva oleada de nacionalismo lingüístico español prefiera esconder que las reglas que hace suyas no son precisamente neutras.
Llama poderosamente la atención que las mismas personas que afirman con particular insistencia y frente a toda evidencia, tal y como lo revelan las leyes que afectan entre nosotros a las lenguas que los derechos no acompañan ni a éstas ni a los territorios, sino a las personas, no aprecien problema alguno en el enunciado que se ha convertido en guía principal del Manifiesto por la lengua común: el de que, mientras todos los ciudadanos españoles están obligados a conocer el castellano esto no es, al parecer, una imposición, sino un hecho cuya consistencia, sin más, se supone, los hablantes de otras lenguas disfrutan, sin más, del derecho a emplear estas últimas. Si sobran las razones para concluir que semejante enunciación contradice palmariamente lo que afirma el artículo 139.1 de la Constitución en vigor Todos los españoles tienen los mismos derechos y obligaciones en cualquier parte del territorio del Estado,más inquietante es que en la España de hoy se dé por demostrada, al parecer hasta el final de los tiempos, la adhesión popular a reglas como la invocada, en un escenario en el que se hace valer una oposición cerril al despliegue de mecanismos que permitan conocer si la ciudadanía acata esas reglas o, por el contrario, las repudia.
Para el nacionalismo lingüístico español la lengua castellana es superior, cómoda, fácil y útil, virtudes todas ellas que son siempre el producto de circunstancias naturales, nunca de la imposición y la represión. Las lenguas de los demás son, por el contrario, molestas, arcaicas, antieconómicas y francamente prescindibles. Al tiempo que la defensa del castellano se ajusta por definición a un impulso democrático, la de las restantes lenguas responde cabe entender a espurios y cavernarios intereses marcados por esa felonía que identifica el Manifiesto por la lengua común; si en las segundas se revelan por doquier los espasmos negativos de los nacionalismos, por detrás de la primera no habría, en cambio, nacionalismo alguno.
La estrategia principal no nos engañemos apunta a ratificar la situación de incómoda marginación y minoría de las lenguas no castellanas, y a hacerlo de la mano de medidas que tienen un cariz visiblemente asimétrico. Baste como botón de muestra el recordatorio de que los firmantes del manifiesto que nos ocupa entienden que, aun siendo recomendable que en las comunidades calificadas de bilingües la rotulación de edificios y vías públicas se registre en las dos lenguas, en modo alguno podrá realizarse en exclusiva en la lengua propia del país en cuestión, sin que,por omisión, y cabe entender, se rechace la posibilidad de que la rotulación se produzca únicamente en castellano.
El idioma y la fuerza
A los ojos de los nacionalistas lingüísticos españoles, la lengua común no se impone por la fuerza tal horizonte es ontológicamente inimaginable,frente a lo que ocurre, al parecer, con las lenguas no castellanas. Mientras se rechazan determinadas políticas alentadas por los gobiernos autonómicos que se limitan a reclamar para las lenguas respectivas las mismas prerrogativas de las que disfruta el castellano en Madrid, en Sevilla o en Valladolid, se prefiere olvidar cómo, en el pasado y en el presente, medidas aplicadas a menudo con saña y violencia han beneficiado de siempre al castellano y explican, siquiera parcialmente, su condición de visible preeminencia contemporánea. Mientras se manipulan y magnifican, en suma, los problemas que los castellanohablantes puedan encontrar en algunos lugares, se esquiva toda consideración en lo relativo a la delicada situación en la que se encuentran el catalán, el gallego y el vasco, y ello sobre la base de la increíble afirmación de que los objetivos de dignificación de esas lenguas ya han sido, al parecer, satisfechos.
No consta que los nacionalistas lingüísticos españoles, de siempre interesados en defender en exclusiva su lengua, se hayan pronunciado en momento alguno en favor de los legítimos derechos de los hablantes de las lenguas no castellanas. Que en los hechos el principio de libre elección lingüística en el sistema educativo sólo se postula para los castellanohablantes lo certifica la ausencia, dramática, de toda consideración en lo que atañe a ese principio aplicado, por ejemplo, en las personas de los hablantes de catalán, gallego y vasco que residen fuera de los territorios en los que las lenguas correspondientes son oficiales. Al cabo parece obligado concluir que esas lenguas no son percibidas como propias, circunstancia que da al traste, de paso, con cualquier proyecto creíble de bilingüismo: llamativo es que, mientras los nacionalistas lingüísticos españoles se desenvuelven orgullosamente como monolingües en castellano, se rechaza que los hablantes de catalán, gallego y vasco puedan comportarse como monolingües en las lenguas respectivas. Lo que en los hechos se reivindica un monolingüismo de facto es percibido en cambio como una afrenta cuando se sobreentiende que es la apuesta de los gobernantes de las comunidades autónomas que disponen de lenguas propias.
Una curiosa defensa
El Manifiesto por la lengua común configura, en fin, una curiosa defensa de una lengua que pareciera no tener a su disposición ningún tipo de apoyo. Para certificar lo contrario ahí están la maquinaria del Estado, el sistema educativo, un sinfín de rancias instituciones, el grueso de los medios de comunicación, buena parte de la jerarquía de la Iglesia católica, el respaldo de intelectuales de prestigio y, en fin, las propias fuerzas armadas. Por si poco fuere, y a tono con los tiempos, el manifiesto que nos interesa recaba para sus promotores la doble condición de luchadores por los derechos humanos y de defensores de los desheredados. Pena es que, por muchos esfuerzos que se hagan, el texto no acierte a ocultar la defensa obscena de privilegios tan impuestos como asentados, y la ritual demonización, también a tono con los tiempos, de quienes disienten, paradójicamente tildados, a menudo, de fascistas y totalitarios. Que semejante campaña sea atizada, en suma, desde medios de comunicación y cenáculos de la derecha más montaraz dice mucho de su sentido más profundo.
Firmantes:
Carlos Fernández Liria
profesor de Filosofía UCM
Montserrat Galcerán
catedrática de Filosofía, UCM
Pedro Ibarra
catedrático de Ciencias Políticas, UPV
Juan Carlos Moreno Cabrera
catedrático de Lingüística, UAM
Arcadi Oliveres
profesor de Ciencias Políticas, UAB
Jaime Pastor
profesor de Ciencias Políticas, UNED
Carlos Taibo
profesor de Ciencias Políticas, UAM
FUENTE
VV.AA. Nuestras Lenguas Comunes [en línea]. [s.l.]: Público, 2008 [Consulta:20/04/2008] http://www.blogger.com/post-edit.g?blogID=460949173146580016&postID=2200054265264033532
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Nuestras Lenguas Comunes |
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Conquista el mundo a pedradas |
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Carta de Fernando VII anunciando su regreso a España |
Me ha sido sumamente grato el contenido de la carta que me ha escrito la Regencia con fecha de 28 de enero, remitida por D. José de Palafox: por ella he visto cuánto anhela la Nación mi regreso; no menos lo deseo Yo para dedicar mis desvelos desde mi llegada al territorio español a hacer la felicidad de mis amados vasallos, que por tantos títulos se han hecho acreedores a ella.
Tengo la satisfacción de anunciar a la Regencia que dicho regreso se verificará pronto, pues es mi ánimo salir de aquí el domingo dia 13 del corriente, con dirección a entrar por Cataluña; y en consecuencia la regencia tomará las medidas que juzgue necesarias, después de haber oído sobre todo lo que puede hacer relación a mi viaje al dador de esta el mariscal de campo Don José de Zayas.
En cuanto al restablecimiento de las Cortes, de que me habla la Regencia, como a todo lo que puede haberse hecho durante mi ausencia que sea útil al reino, siempre merecerá mi aprobación, como conforme a mis reales intenciones.
En Valençay a 19 de Marzo de 1814.
Firmado. Fernando.
A la Regencia de España.
FUENTE
FERNANDO VIII. Carta de Ferran VII anunciant el seu retorn al país. 10 de març de 1814. Madrid: Gaceta Extraordinadia de la Regencia, 1814
Disponible en: http://www.xtec.es/~jrovira6/frances1/france15.htm
IMAGEN
GOYA, Francisco de. Fernando VII. Madrid, 1814.
Disponible en: http://www.legadoandalusi.es/legado/contenido/rutas/obras/951.htm
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Manifiesto por una Lengua Común |
El mes pasado se presentó en el Ateneo de Madrid una propuesta con el fin de llevarla ante el Parlamento encabezada por intelectuales de la talla de Fernando Savater y Mario Vargas Llosa.
La iniciativa consiste en la petición de aplicación de medidas gubernamentales con el fin de proteger el castellano en todo el territorio español.
España es un país multicultural donde coexisten distintas realidades culturales, nacionalidades y lenguas que hacen de España un país culturalmente rico.
Estas lenguas están reconocidas como co-oficiales junto al castellano y protegidas por la Constitución Española de 1978.
Lo que el manifiesto reclama es que la aplicación del artículo 3 de la Constitución vigente está siendo tratada mediante una libre interpretación según los intereses de distintos territorios teniendo, el mencionado artículo constitucional, una aplicación "asimétrica" en determinados territorios en favor de las otras lenguas co-oficiales y en detrimento del castellano.
Siguiendo la estela de otras bitácoras amigas como Historias de la Historia o Vanity Fea, publico el Manifiesto y, si estáis de acuerdo, podéis aportar vuestra firma desde El Mundo o UPyD.
Desde hace algunos años hay crecientes razones para preocuparse en nuestro país por la situación institucional de la lengua castellana, la única lengua juntamente oficial y común de todos los ciudadanos españoles. Desde luego, no se trata de una desazón meramente cultural -nuestro idioma goza de una pujanza envidiable y creciente en el mundo entero, sólo superada por el chino y el inglés- sino de una inquietud estrictamente política: se refiere a su papel como lengua principal de comunicación democrática en este país, así como de los derechos educativos y cívicos de quienes la tienen como lengua materna o la eligen con todo derecho como vehículo preferente de expresión, comprensión y comunicación.
Como punto de partida, establezcamos una serie de premisas:
1. Todas las lenguas oficiales en el Estado son igualmente españolas y merecedoras de protección institucional como patrimonio compartido, pero sólo una de ellas es común a todos, oficial en todo el territorio nacional y por tanto sólo una de ellas -el castellano- goza del deber constitucional de ser conocida y de la presunción consecuente de que todos la conocen. Es decir, hay una asimetría entre las lenguas españolas oficiales, lo cual no implica injusticia (?) de ningún tipo porque en España hay diversas realidades culturales pero sólo una de ellas es universalmente oficial en nuestro Estado democrático. Y contar con una lengua política común es una enorme riqueza para la democracia, aún más si se trata de una lengua de tanto arraigo histórico en todo el país y de tanta vigencia en el mundo entero como el castellano.
2. Son los ciudadanos quienes tienen derechos lingüísticos, no los territorios ni mucho menos las lenguas mismas. O sea: los ciudadanos que hablan cualquiera de las lenguas cooficiales tienen derecho a recibir educación y ser atendidos por la administración en ella, pero las lenguas no tienen el derecho de conseguir coactivamente hablantes ni a imponerse como prioritarias en educación, información, rotulación, instituciones, etc... en detrimento del castellano (y mucho menos se puede llamar a semejante atropello «normalización lingüística»).
3. En las comunidades bilingües es un deseo encomiable aspirar a que todos los ciudadanos lleguen a conocer bien la lengua cooficial, junto a la obligación de conocer la común del país (que también es la común dentro de esa comunidad, no lo olvidemos). Pero tal aspiración puede ser solamente estimulada, no impuesta. Es lógico suponer que siempre habrá muchos ciudadanos que prefieran desarrollar su vida cotidiana y profesional en castellano, conociendo sólo de la lengua autonómica lo suficiente para convivir cortésmente con los demás y disfrutar en lo posible de las manifestaciones culturales en ella. Que ciertas autoridades autonómicas anhelen como ideal lograr un máximo techo competencial bilingüe no justifica decretar la lengua autonómica como vehículo exclusivo ni primordial de educación o de relaciones con la Administración pública. Conviene recordar que este tipo de imposiciones abusivas daña especialmente las posibilidades laborales o sociales de los más desfavorecidos, recortando sus alternativas y su movilidad.
4. Ciertamente, el artículo tercero, apartado 3, de la Constitución establece que «las distintas modalidades lingüísticas de España son un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección». Nada cabe objetar a esta disposición tan generosa como justa, proclamada para acabar con las prohibiciones y restricciones que padecían esas lenguas. Cumplido sobradamente hoy tal objetivo, sería un fraude constitucional y una auténtica felonía utilizar tal artículo para justificar la discriminación, marginación o minusvaloración de los ciudadanos monolingües en castellano en alguna de las formas antes indicadas.
Por consiguiente los abajo firmantes solicitamos del Parlamento español una normativa legal del rango adecuado (que en su caso puede exigir una modificación constitucional y de algunos estatutos autonómicos) para fijar inequívocamente los siguientes puntos:
1. La lengua castellana es COMUN Y OFICIAL a todo el territorio nacional, siendo la única cuya comprensión puede serle supuesta a cualquier efecto a todos los ciudadanos españoles.
2. Todos los ciudadanos que lo deseen tienen DERECHO A SER EDUCADOS en lengua castellana, sea cual fuere su lengua materna. Las lenguas cooficiales autonómicas deben figurar en los planes de estudio de sus respectivas comunidades en diversos grados de oferta, pero nunca como lengua vehicular exclusiva. En cualquier caso, siempre debe quedar garantizado a todos los alumnos el conocimiento final de la lengua común.
3. En las autonomías bilingües, cualquier ciudadano español tiene derecho a ser ATENDIDO INSTITUCIONALMENTE EN LAS DOS LENGUAS OFICIALES. Lo cual implica que en los centros oficiales habrá siempre personal capacitado para ello, no que todo funcionario deba tener tal capacitación. En locales y negocios públicos no oficiales, la relación con la clientela en una o ambas lenguas será discrecional.
4. LA ROTULACION DE LOS EDIFICIOS OFICIALES Y DE LAS VIAS PUBLICAS, las comunicaciones administrativas, la información a la ciudadanía, etc... en dichas comunidades (o en sus zonas calificadas de bilingües) es recomendable que sean bilingües pero en todo caso nunca podrán expresarse únicamente en la lengua autonómica.
5. LOS REPRESENTANTES POLITICOS, tanto de la administración central como de las autonómicas, utilizarán habitualmente en sus funciones institucionales de alcance estatal la lengua castellana lo mismo dentro de España que en el extranjero, salvo en determinadas ocasiones características. En los parlamentos autonómicos bilingües podrán emplear indistintamente, como es natural, cualquiera de las dos lenguas oficiales.
Firmado por Mario Vargas Llosa, José Antonio Marina, Aurelio Arteta, Félix de Azúa, Albert Boadella, Carlos Castilla del Pino, Luis Alberto de Cuenca, Arcadi Espada, Alberto González Troyano, Antonio Lastra, Carmen Iglesias, Carlos Martínez Gorriarán, José Luis Pardo, Alvaro Pombo, Ramón Rodríguez, José Mª Ruiz Soroa, Fernando Savater y Fernando Sosa Wagner.
FUENTE
[s.n.]. Manifiesto por una Lengua Común [en línea]. [Madrid]: El País, 2008 [Consulta: 03/07/08] http://www.elpais.com/articulo/espana/Manifiesto/lengua/comun/elpepuesp/20080623elpepunac_29/Tes
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"La Corporación" (2003) |
A lo largo de la Historia, las sociedad ha sido regida por una serie de instituciones: la Iglesia, las monarquías... Estas instituciones han tenido el poder de marcar las pautas de convivencia siendo intérpretes incluso de los valores morales.
Hoy en día la institución hegemónica y por la que se rige la era del capital es la corporación.
Este interesante documental titulado: La Corporación, nos muestra la evolución de lo que hoy son gigantes que dictan las normas a través del control creciente sobre los medios que tienen a su alcance.
Temas como el de la explotación, la deslocalización, los atentados contra el medio ambiente y los Derechos Humanos por parte de estos grandes monstruos impersonales cuya maquiaveliana doctrina les hace capaces de todo con tal de conseguir el máximo beneficio.
La corporación es definida en el documental como un grupo de personas en busca de un objetivo común: la maximización del beneficio. Aún estando formado por personas, el resultado es un producto deshumanizado y deshumanizador pero visto por la ley como una "persona" jurídica.
Es interesante el análisis psicológico que realizan de esta "persona" de artificio basándose en evidencias tangibles que ofrecen un diagnóstico de psicopatía.
Se muestra la empresa como un monstruo de Frankenstein deshumanizado y con una capacidad de extender sus redes para crecer sin un límite claro. Su influencia se extiende desde la política a las mismas conciencias por medio de sus recursos de relaciones públicas y márketing viral en un escenario hobbesiano de total competencia donde no existe moral que obstaculice sus objetivos.
Constructos apátridas, amorales y depredadores con los que tenemos que compartir expuestos y subordinados los recursos limitados de un planeta que están codificados en valores económicos.
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(Ver documentales, sección Globalización)
FUENTE
ACHBAR, Mark y ABBOTT, Jennifer. La Corporación [en línea]. [Canadá]: TVO Rudy Buttignol, 2003 [Consulta: 03/07/08] http://video.google.es/videoplay?docid=-9007907615315517199&q=globalizacion&ei=HQ9YSNbsHIvg2AKZwJ39Dg&hl=es